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En ese momento me olvidé totalmente de las cosas que me había ocultado y lo traicionada que me sentía, porque mi primer instinto me dijo que compartiera mi alegría con él

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En ese momento me olvidé totalmente de las cosas que me había ocultado y lo traicionada que me sentía, porque mi primer instinto me dijo que compartiera mi alegría con él.

Y fue obvio que no se lo esperaba, pero actuó rápido, casi como un espejo, y me devolvió la sonrisa, una amplia sonrisa brillante que mostraba sus encías y achicaba sus ojos.

Pero la realidad volvió a golpearme y tuve que fingir que mi sonrisa había ido a Renjun, quien estaba a su lado.

—¡¿Viste, Renjun-ah?! ¡Era un tiburón!— desvié la vista de Doyoung hacia mi amigo y empecé a dar pequeños saltitos de emoción, salpicando el agua.

En mi interior se retorció algo al notar la incomodidad de Doyoung y sus ojos apagarse mientras se hacía para atrás, y tuve la urgente necesidad de hablarle, solo para hacerle saber que mi sonrisa iba para él, que quería que supiera cuan feliz estaba y que no era una equivocación.

Pero no lo hice.

—¡Nunca vi a un tiburón que actuara tan amigablemente!— exclamó Renjun, no notando la corta y dolorosa interacción que tuve con Doyoung —¡Nunca vi a un tiburón en realidad!

—Sí, bueno— Haechan habló, volviendo a salir del agua mientras le seguíamos —¿Qué les pareció? Se llama Marti— y su rostro se frunció con una mueca —, es muy obvio, ya que es un tiburón martillo y se llama Marti… en fin, no lo digan en frente de él, es bastante sensible.

—¿En cuánto volverá?— pregunté volteando a ver el mar por encima de mi hombro, como si esperaba que aquel pez saliera de nuevo.

—En una hora, con suerte. Debe ir con mucho cuidado para llegar a la parte donde viven los de mi clan, y está un poco lejos de aquí.

—¿Qué tan lejos?— esta vez preguntó Renjun, mientras volvíamos a caminar por el sendero puesto encima de la arena que nos guiaba a la casa.

—Nuestro mundo se halla en las profundidades, así que tiene que pasar primero por los clanes de Aeri y Wonwoo para encontrar el mío, digamos que en el punto donde tu cabeza explotará por la presión.

—Yo pensaba que ni siquiera los peces podían ir tan abajo— murmuré.

—Y no pueden, pero hay cierta cantidad de cada especie que cuenta con nuestra protección para pasar la entrada. Así, nos avisan lo que ocurre más arriba.

—¿Qué entrada?

Haechan volvió a hacer una mueca, esta vez pensativa.

—Es una especie de portal, para ponérselos fácil. Está custodiada por especies muy leales que hacen un juramento de por vida para quedarse a vigilar, casi nadie puede entrar en nuestra ciudad sin pasar por la entrada, y solo los animales cuentan con  la protección de los príncipes para poder entrar sin ningún riesgo.

«Obviamente los de nuestra especie pasan sin ningún problema, pero eso no ocurre nunca. Somos muy cuidadosos respecto a subir hasta aquí, y aún más cuando ustedes intentan bajar y saber los “misterios del océano”— Hizo comillas con sus dedos.

CRESCENDO | Kim DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora