"No lo escuches, tápate los oídos."
Su voz tenía un tono suave, no era tosco ni grave, podías confundirlo con un ser celestial.
Era su mejor arma, porque cuando lo utilizaba, un crescendo se alzaba a tu alrededor, y solo esperabas escuchar las arpa...
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El amanecer estaba volviendo a recibirnos. No sabía qué hora era, solo podía guiarme por las luces que empezaban a bañar las olas del mar y las piedras a nuestro alrededor.
La atmósfera era cálida, me sentía en paz después de mucho tiempo y el cuerpo de Doyoung detrás de mí era suficiente para que quiera dormir.
No sabía cuantas horas habían pasado pero no me importaba, todo pasaba a segundo plano ahora.
Los chicos habían entrado a la cabaña hace rato, dejándonos solos a ambos para poder disfrutar de la compañía del otro. La arena estaba tibia debajo de nuestros cuerpos y el aire seguía siendo salado, pero podría acostumbrarme a eso.
—¿Entonces Wonwoo escapó?
—Sí— respondió en un suspiro —, fue cuando me convertí en rey, pero nadie lo notó.
—Tremendo cobarde el idiota ese— farfullé entre dientes sacándole una risotada —, ahora que Kihyun no está no tiene ninguna protección, debe estar con la cola entre las… las… bueno, debe estar con la cola temblando— terminé al darme cuenta que el dicho que quería decir no tenía sentido al aplicarlo en tritones.
—Nuestra ciudad es bastante grande, así que no será tan fácil encontrarlo.
—¿Qué tan grande es?— giré mi cabeza para verlo.
—Mucho más de lo que puedas imaginar, de por sí el planeta es más mar que tierra, y ocupamos gran parte de las profundidades— suspiró —, sigue siendo peligroso, hay algunos que no deben estar contentos con mi sucesión y querrán aliarse con Wonwoo, además quedan los padres de Kihyun, todavía tengo que lidiar con algunos problemas.
—Pero eres el rey, puedes ordenarles que no causen alboroto, ¿a que no?
—Sí— afirmó con una pequeña sonrisa —, pero no lo haré. Todos los que quieran seguirme tienen que hacerlo por cuenta propia, no someteré a nadie solo porque puedo.
Un pequeño sonido salió de mi garganta estando de acuerdo con sus palabras y volví a apoyar mi cabeza en su pecho, viendo las olas seguir su rumbo en un ritmo calmado.
Después de media hora en la que el sol empezó a notarse mejor y la luz brilló sobre nosotros, Doyoung suspiró.
—Nara…
Escuché pasos y volteé al mismo tiempo que el tritón, encontrando a los chicos viniendo de la cabaña. Les sonreí pero las expresiones en sus caras me dieron a entender que algo estaba mal.
—¿Qué ocurre?— pregunté separándome de Doyoung y tensándome por la simple idea de volver a estar en peligro.
—¿No le dijiste todavía?— preguntó Taeyong mirando al rey.
—Estaba por hacerlo— contestó desanimado.
—Ya es hora.
Fruncí el ceño cuando vi a Renjun, él tenía una mueca triste y los labios apretados.