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Todo a mi alrededor se mueve antes de que pueda abrir los ojos, siento que estoy en una caja y me están tirando gradas abajo, con mi cuerpo chocando en cada una de las esquinas y mareando todo mi eje

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Todo a mi alrededor se mueve antes de que pueda abrir los ojos, siento que estoy en una caja y me están tirando gradas abajo, con mi cuerpo chocando en cada una de las esquinas y mareando todo mi eje.

Todo lo que me rodea es negro, y tardo en tomar el control de cómo se mueve mi cuerpo. Mis pulmones arden como si hubiera pasado por un gran esfuerzo y mis músculos están tirantes, reacios a dejarme moverme.

Finalmente la oscuridad desaparece y separo mis párpados, dando un último golpe y cayendo con fuerza a la superficie en la que estoy. Gimo de dolor y me intento apoyar en mis antebrazos, tratando de estabilizar mi cabeza, pero aparte de tirantes, todas mis extremidades tiemblan y es difícil poder sostenerme a mí misma.

Recién noto que la superficie es blanda casi gelatinosa, a diferencia de lo que creí que tenía, por todos los tumbos que di.

—¿Nara?

La voz suena un poco distorsionada, pero logro distinguirla y levanto la cabeza, encontrando los ojos atentos de Doyoung. Primero caigo en cuenta de lo que hay afuera, antes de saber en lo que yo estoy.

El mar se muestra con ligeras corrientes y burbujas que provocan los peces al moverse cuando pasan a mi lado, todo es azul y se siente el ambiente húmedo y frío, como si estuviera en una caverna de la que gotea el techo sin parar.

Unas pequeñas luces verdes pasan con rapidez a mi lado, y pienso que son pequeños pecesitos, pero poco después me doy cuenta que simulan ser hilos, los que brillan en verde en diferentes partes como si fueran luces de Navidad de un solo color.

—¿Dónde estoy?— pregunto sin aliento, asombrada por el círculo suave que me rodea.

—¿Estás bien? ¿Te duele algo?— la voz de Doyoung suena con urgencia al evadir mi pregunta, pero no trata de acercarse, aunque sus manos se cierran en puños como si resistiera el impulso de hacerlo.

—Me duelen mis pulmones, y mis piernas no funcionan muy bien— murmuro, tomando nota de lo que siento, tratando de ponerme de pie, pero parece imposible.

Vuelvo a acostarme con una diferente estrategia en mente para poder levantarme. Ruedo hacia mi costado izquierdo, dando la vuelta y con ese impulso me apoyo en las palomas de mis manos, levantando la mitad de mi cuerpo y doblando mis piernas.

Debajo de mi hay un vacío que se va oscureciendo cada vez más hasta volverse negro, la impresión me hace gritar de la sorpresa y por poco vuelvo a quedar acostada.

—¡Tranquila! ¡Estás a salvo!

Doyoung vuelve a hablar con urgencia y extiende sus brazos hacia mi, tratando de tocarme.

—Por ahora.

Reconozco con más facilidad la voz de Kihyun ahora que estoy bien despierta, pero eso no quita la impresión y el miedo que siento.

CRESCENDO | Kim DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora