Mi rutina en la casa de los Kim cambió un poco, desde que me iba a dormir y las luces se apagaban, el Tritón y yo empezábamos a hablar de cualquier cosa, anécdotas o recuerdos, cada uno en su cama, mirando el techo.
Me había apropiado de la cama de Kim Doyoung en las dos semanas que ya estaba aquí, y aunque se me hiciera raro todavía, parte de mí estaba acostumbrada.
La señora Kim nos dijo que había tenido que hablar con mi mamá y los cercanos a Renjun para mantenerlos a salvo.
Todavía no sabía qué significaba.
Pero ahora estaba cómoda en el colchón y hasta mi cuello se había acostumbrado a su almohada, aunque me seguía despertando de noche, todo estaba un poco mejor.
—¿Qué significa eso?— Kim Doyoung preguntó entre risas, después de escuchar lo que le decía.
—En ese momento, mi mente lo vio como lo más racional— contesté, también riendo —No me juzgues.
—No, en absoluto.
Pasábamos un par de horas hablando, hasta que el sueño me llegaba y él me obligaba a dormir, diciendo que luego estaba como un mapache con rabia.
Era tan amable.
Y en unas de esas noches, en la madrugada, bastante luego de que hayamos terminado de hablar, la casa empezó a temblar.
Me desperté de golpe al escuchar las ventanas vibrar, dándome cuenta que tenía el sueño más ligero de lo que creía.
—Aléjate de la ventana— escuché la voz de Kim Doyoung detrás de mi, y agarró mi mano con suavidad, jalándome.
Me levanté de la cama, sin dejar de mirar la ventana que sonaba más fuerte.
—¿Qué está pasando?
Kim abrió la boca para responder, pero la puerta se abrió.
—Salgan de aquí, tenemos que bajar— Taeyong estaba en pijamas y con el cabello despeinado, pero sus ojos estaban mirándonos con alerta.
Toda la casa temblaba, los adornos en los pasillos se movían y hasta la mesa del comedor cuando bajamos estaba alejado de su lugar.
—¿Es un terremoto?— pregunté, viendo a Renjun y Chenle entrar rápidamente por la puerta de vidrio que daba a la piscina y la casa trasera donde estaban.
—Es Kihyun—la voz de Taeyong fue seca, mientras nos acercaba más a él.
En algún momento, fuimos todos nosotros mirando cómo la casa temblaba, reunidos en un círculo.
—¿Qué está tratando de hacer?— escuché a Mark en un susurro, igual de preocupado que yo.
Sentí que la casa iba a caer como un castillo de naipes por la forma en la que todo se movía, y escuché algunos adornos caer de su lugar en el piso de arriba.
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CRESCENDO | Kim Doyoung
Fiksi Penggemar"No lo escuches, tápate los oídos." Su voz tenía un tono suave, no era tosco ni grave, podías confundirlo con un ser celestial. Era su mejor arma, porque cuando lo utilizaba, un crescendo se alzaba a tu alrededor, y solo esperabas escuchar las arpa...