HAUNTED LEGACY // Finn Wolfhard [✔️]

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Margot Tn Bellwood

Cuando menos lo pensé pasaron dos semanas y estábamos cada vez más cerca de las vacaciones de navidad, aunque no me emocionaba mucho volver a mi casa porque lo más probable es que ni siquiera podría estar con mi hermana y la única forma de verla seria por video llamada.

—¿No te ha pedido la chaqueta? —preguntó Sadie al ver la chaqueta de cuero que me había prestado Finn el día del viaje escolar entre mis cosas.

—La verdad es que no —confesé observándola y evitando ir a pasarle una mano por la manga.

Si era honesta ese día me había sentido rara por su cercanía, el abrazo y el haberme quedado dormida al lado de él me generó una tranquilidad enorme y una ligeresa en todo el cuerpo que no podía describir.

En ocasiones cuando Sadie no estaba tomaba su chaqueta y me dedicaba a abrazarla cerca de mi nariz ya que tenía impregnado el olor de su perfume lo que me transmitía paz, además que qué había desarrollado un gran gusto por el perfume que utilizaba, lo podía reconocer con tan solo rozar nuestros hombros en el pasillo, lo tenía grabado en la mente.

Pero no podía describir bien qué era lo que me pasaba, estaba cien por ciento segura de que él no me gustaba en lo más mínimo. Admitía haberle tomado cierto cariño como amigo porque dejando de lado que me trataba del carajo hace unas semanas era divertido e inteligente cuando prestaba atención.

—¿Y se la piensas devolver? —cuestionó sacándola de mi armario y después tosió—. ¿Se baña en perfume acaso?

Se cubrió la nariz arrojando la chaqueta a mi cama y yo disfruté del olor del perfume que quedó en el aire por ese movimiento de mi amiga.

—Es muy fuerte —se quejó y abanicó el aire con sus manos tratando de deshacerse del aroma que tanto me gustaba.

—A mí me gusta —Sadie me miró como si estuviera loca y solo me encogí de hombros.

—¿El perfume o Finn? —cuestionó cruzandose de brazos y abrí la boca indignada por la pregunta.

—¿Qué te hace pensar eso? —cuestioné tomando la chaqueta para volver a guardarla, si él no me la pedía no pensaba devolverla.

Antes de colgarla la olí durante unos cortos segundos y luego cerré mi armario después de haber arrojado una blusa al cesto de ropa sucia.

—¿Qué no me haría pensarlo? No le devuelves la chaqueta, no te pueden decir nada porque se molesta y te he visto mirarlo desde nuestra mesa en la cafeteria —recriminó señalandome con su dedo índice—. ¿Pasa algo entre ustedes?