17: Los pasos del amor

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Estando fuera de la cabina escucha a Denki y Sero cantar, ambos manteniendo el ritmo del otro y con la atención puesta en pantalla, siguiendo el tempo de la canción. Bien, es el segundo intento y ya han logrado el cometido, el alivio que se derrama en su pecho lo hace suspirar. Ya puede pensar en las próximas canciones sin temor de que a ese par se les olvide las pasadas.

Para la tocada deben de preparar tres canciones y solo tiene unos días para que su banda se las aprenda, también de que se sientan seguros a la hora de actuarla; la que ahora ensayan Denki y Sero es: "El libro de las sombras" de Mago de Oz, la voz de ambos por fin dando con ese tono característico del cantante. Recuerda que cuándo recién los descubrió fue bajo la voz de José Andrea; las canciones: "adiós Dulcinea", "pensando en ti", "la rosa de los vientos", "la ciudad de los árboles perdidos" fueron melodías que disfrutó con vibraciones y tiempo después, con sus propios oídos.

No admitiría frente a nadie que las canciones lo conmovieron tanto que se hizo de todos los discos, leyendo así "Gaía", obra escrita por Txus, el baterista de Mago de Oz. Sí, es un fan, y le hubiera gustado ir a uno de sus conciertos.

Suspira, voltea a ver a Mina al escucharla soltar una risilla; la ve sonreír soñadora mientras ve a Sero, el pelinegro que mantiene la vista en la pantalla. El vampiro viste una camisa negra de botones y manga larga, el liso material se encuentra fajado en un pantalón de vestir azul marino y el brillante calzado habla de alguien que le gusta lucir bien, sin embargo, ellos lo conocen y saben que se ha puesto aquello porque es lo que a Mina le gusta verle vestir.

Quiere eso.

— Oye —da dos toques contra el hombro de su amiga, quien voltea a verlo con una suave sonrisa.

— ¿Sí?

— ¿Cómo sabe Sero que te gusta? —Ella parpadea confundida por un momento, antes de llevarse la mano derecha al mentón.

— Supongo que mis reacciones —la ve alzarse de hombros—; nunca me ha preguntado directamente las cosas, ahora que lo pienso.

— ¿En serio?

— Sí.

— De acuerdo, pero eso le va bien porque viven juntos y porque antes de ser novios se veían diario, ¿qué hace uno cuando no ve seguido a esa persona? —Su amiga frunce el ceño, ve hacia el interior de la cabina y luego hacia Shinso, quien los ignora completamente, antes de volver la atención a él— ¿Y bien?

— Vayamos afuera, ¿sí?

Eso lo hace fruncir el ceño, la ve pedir a Shinso que vigile al par dentro de la cabina, como si de niños se trataran, y luego es ella quien los lidera a la salida de la disquera. La noche iluminada que imposibilita ver las estrellas lo hace sentir humano, pero no es un sentimiento ajeno, es lo que todo recluta siente. Los vampiros más viejos, los originales en su gran mayoría, viven en las orillas alejadas de la ciudad humana. Es en esa área donde las viviendas estilo renacentista siguen en pie.

Es comprensible que las cosas sean así; ellos, los originales, pertenecen a una época antigua sin lujos ni tecnología, vivir tantos años alejados de los humanos los ha hecho estar acostumbrados con tan poco, mientras que los reclutas fueron transformados de los 2000' para delante por lo que estar rodeados de luces artificiales y tener celular en mano es completamente normal.

"Normal", vaya palabra más extraña le resulta ahora.

— Bakugo —Mina le toca el antebrazo, llamando su atención—, ¿qué diablos te pasa ahora?

— Hm, tú me has de entender mejor que nadie.

— ¿Yo?

— Sí, porque el chico de la otra vez resultó ser mi capricho.

No Me Sueltes (BakuShima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora