↳𝟐𝟏

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Belcebú

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Belcebú.

Despierto de golpe y confundida, ¿Que putas me pasó? Se que me caí en algo frío pero no más, la fiebre me hace salir de mí.

Dejo extendido un brazo a mí costado y fruncí el ceño al sentir algo suave, abro mis ojos mirando directo al techo y aprieto un poco mí mano escuchando un leve quejido que no es mío.

— Que no sea... Que no sea.. —. Miro a mí costado y cierro los ojos con fuerza tratando de no gritar.

Levanto las sábanas y veo mí cuerpo desnudo, ni de broma miré al lado de Bill, maldito pendejo.

Salto de la cama y caigo al piso por estar tan enredada en las sábanas, me levanto con una tapandome y miro la cama completamente desarreglada, con almohadas tiradas, Bill duerme boca abajo con la cara enterrada en la almohada, y una sábana negra que cubre de su cadera hasta las rodillas.

Retrocedo hasta chocar con la pared y tanteo el picaporte de la puerta, de inmediato entro y la cierro para luego verme en el espejo.

Tengo el pelo como nido de pájaros, el labial todo corrido, lágrimas secas de color negro gracias a mis sombras de ojos y chupones/mordidas que van desde mí cuello hasta los pechos y mis caderas tienen marcas de manos.

— ¿Eres imbécil? En tu vida te acostaste con alguien y viene a ser este mocoso Belcebú, ¡¿No piensas?! Maldita fiebre —. No paro de decirme a mí misma lo idiota que soy, con ayuda de mí poder hago que aparezca con ropa y el look intacto.

Miro el baño y también es un desastre, productos tirados frente al lavamanos, la bañera con agua y marcas de garras en los bordes de la tina.

— Eso no es mío —. Miro mí reflejo otra vez y tomo aire.— Tranquila, desde ahora sales y te vas, tal vez no vuelva en una semana... O dos años —. Salgo del baño y veo que Bill sigue durmiendo.

Me acerco para revisarlo, ya que siento una vibra extraña en él. Corro el cabello de su cuello y veo una mordida con tonos azules.

— Lazo eterno —. Me digo a mí misma en voz baja, ahora quiero matarme.

Salgo con rapidez de la habitación y me teletransporte a un campo con una laguna en frente, no sé dónde estoy pero no me importa.

— ¡Puta de mierda! —. Grito enojada y aparece Adirael.— ¡Mierda! —.

— Belcebú, oye, calmate —. Intenta acercarse pero se detiene cuando me subo a un tronco para arañarlo y darle golpes.

𝐁𝐄𝐋𝐂𝐄𝐁𝐔 | 𝐁𝐢𝐥𝐥 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora