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Bill

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Bill.

Hola, quisiera saber si esta mañana llegó un idiota igual a mí por exceso de Viagra —. Pregunto una vez que me acerque a la recepcionista.

— Hola guapo, si, esta mañana llegó ese chico pero no es comparado a ti —. La miro con una sonrisa incómoda.

— Jaja, si, oye, ¿podrías decirme en que habitación se encuentra? Se llama Tom Kaulitz —. Ella teclea en su computadora y puedo notar que se comporta raro.

No sé si es porque soy hombre o si esta idiota trata de seducirme.

— Mmh, tal vez pueda decirte si me aceptas un trago esta noche —. Iba a contestar hasta que sentí como Belce pone su mano en mí pecho para hacerme hacía atrás, su puño izquierdo golpea la mesa haciendo que casi todo se caiga.

— ¡Solo dí la puta habitación o te juro por Hades que te arranco los ojos con una rama! —. Exclama molesta, mierda, me olvidé de ella.

— Mí amor, tranquila —. La hago suavemente hacia atrás sabiendo que probablemente la recepcionista termine en su lista de estorbos.— Y bien, ¿La habitación? —.

Pregunto y la chica me pasa un papel.

— Habitación 1024, lindo —. Ni siquiera la escuché, solo me fui a buscar la habitación donde está Tom.

Al llegar Gustav y Georg están sentados en las sillas con botellas de agua al lado mientras se quejan del dolor de cabeza.

— Que bonito, los dejé solos una sola noche, casi me dejan sin gemelo —. Se que ellos no tienen la culpa pero Tom está agonizando en esa camilla y ni siquiera se mantiene cuerdo.

— Bill, no grites, joder —. Se queja Gustav poniendo un cojín en su cara.

— Nosotros no sabíamos, creí que estaba contigo, pero fui a la barra y lo ví vomitando en los pies del bartender —. Hace una mueca de asco.

— Que asco... ¡Y tú! La próxima voy a dejar que te mueras así Belcebú te rompe la cara por idiota —. Le pego en la frente a Tom que solo se queja sin poder formular bien una palabra.

— Hablando de ella, ¿Realmente se perdonaron? —. Miro a Georg y asiento.

— Si, supongo, sigo vivo y Belcebú.... Bueno, ya sabes cómo es ella —. Le resto importancia sin querer entrar en detalles.

— ¿Vino contigo? —. Pregunta y caigo en cuenta de que se quedó en recepción.

— A-ah, si, solo fue al baño —. Sonrío forzadamente.

𝐁𝐄𝐋𝐂𝐄𝐁𝐔 | 𝐁𝐢𝐥𝐥 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora