↳𝟐𝟑

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Belcebú

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Belcebú.

— Anota, Neila, Grace, Nicholas, y Jason... —. Adirael anota todo en su libreta.

— ¿Y dónde los dejo? Ya estamos hasta la madre con tanto muerto que mandas —. Se queja.

— Yo que sé, ya veré qué hago con las almas, pero de aquí no salen vivos —. Respondo tranquila mientras veo como Tokio Hotel tiene la peor humillación de su vida, sobre todo Bill, esas malditas putas le dijeron mujer, solo necesito cinco segundos a solas con ellos para darles una charla.

— Yo corto la luz y tú llévate a los chicos —. Digo mientras cruzo entre la producción sin que puedan verme.— Mierda, huele a hombre —. Me aguanto las arcadas y llego al interruptor, cuando jalo la palanca todo queda a oscuras, quiebro el objeto y lo tiro por ahí.

Todos están desconcertados, con ayuda de mis poderes hago interferencia en cualquier objeto para no ser alumbrado. Los conductores estan en sus lugares, empiezo por la perra de Neila.

— Buenas noches —. Canturreo en su oído antes de tapar su boca con mí mano izquierda y con la derecha clavo mis largas uñas en su garganta antes de areancarla, luego saco un cuchillo y comienzo a cortar la carne de su cuello con lentitud para desprender su cabeza segundos después.

El cuerpo cae al piso y yo pongo su cabeza sobre el escritorio, Adirael se encargó del resto de conductores, me trajo sus cabezas, decidí arrancarles los ojos a cada uno para dejarlos colgando en sus mejillas. Una vez hecho me fui del lugar.

Regresé impecable al hotel, justamente en la habitación de Bill, veo su cuerpo tendido bajo las sábanas de la cama escuchando un leve llanto.

— ¿Lloras? —. Destapo un poco su cara  para verlo con curiosidad.

— ¿Te callas? —. Responde para llorar más y le vuelvo a tapar con la manta.

— Te traje comida, come —. Dejo la bolsa del Macdonalds a un lado, con poderes todo se puede perras.

— No quiero —. Se le entrecorta la voz un poco y yo fruncí el ceño.

— No te pregunté, come —. Le arrebato la manta de la cara y Bill se sienta abrazando una almohada.

— Pero voy a engordar —. Lo miro molesta y agarro su menton con mí mano, obligándolo a que me vea.

— Engordar, ¿Tu crees que con una sola mierda de estas vas a subir de peso? —. Le enseño la hamburguesa y su cara de deforma solo un poco para volver a llorar.

— Es que..—.

— Es que nada —. Lo suelto de golpe ya enojada.— Vas a morirte si te privas de comer, y si, voy a revivirte las veces que sean necesarias para que esa cabeza tuya comprenda que no vas a sufrir sobrepeso por una puta Macdonalds, vas a sufrir anorexia, ¿Eso quieres? —. Le levanto la voz sin importarme si va a llorar como un niño.

— No. —. Emite pequeños sollozos y me siento a su lado mientras abro la casi maltratada bolsa que contiene la hamburguesa.

— Ten, comelo —. Bill toma la hamburguesa y la examina por un momento antes de darle un mordisco.

— Gracias —. Dice todavía con la voz algo quebrada.

— ¿Por qué? Comer para un humano es primordial, no le hagas caso a la puta de Neila, total ya se murió y es un problema...- menos —. Me doy cuenta del error que cometí.

— ¿Los mataste? —. Hace pequeños pucheros antes de seguir llorando mientras come.

— Si, escucha, se que vas a...- —.

— ¿Por mí? —. Yo asentí y él vuelve a llorar más fuerte, mira su hamburguesa y le da un mordisco grande.— Es la primera vez... Que matan por mí —. Habla con la boca llena, diablos, es peor que una mujer.

— No te ilusiones, ya tenía que matarla de todos modos —. Saco unas papas fritas y se las doy.

— Aún así, se que lo hiciste porque escuchaste todo lo que dijo —. Traga lo que estaba masticando.— ¿Tu crees que me veo como mujer? —.

— Eres andrógino, lo normal, ¿Eso qué? Si fueras mujer te doy igual —. Admito y Bill me mira sorprendido.— Tu preguntaste —. Me excuso y le robo una papita.

— No lo ví de esa forma, siempre supe que era atractivo pero desde pequeño me confundían con una niña, siempre le daban a Tom cartas de amor para mí —.

— Lo sé, yo te voy siguiendo desde hace tiempo Bill —. El asiente y nos quedamos en silencio por un rato.

— Ya terminé —. Veo que su hamburguesa ya no existe y tiene manchada la mejilla con mayonesa.

— Ven —. Tomo una servilleta y limpio la mancha, y luego con otra le limpio el maquillaje corrido.

— Belce.. ¿Puedo? —. Pide mientras mira mí boca y luego mis ojos.

Estuve a punto de negarme pero iba a hacer otro escándalo, así que presiono mis labios con los suyos por unos segundos antes de separarme.

— Ve a lavarte la cara y luego te doy gomitas —. Él sonríe y me da un abrazo antes de irse al baño.

Yo me quedo un momento pensando sobre sus inseguridades, el ser humano es peor que un demonio, los humanos son monstruos. Y a veces yo también lo soy, hasta con Bill, que no tiene la culpa... Habrá cambios de planes.

Lo juro.

Lo juro

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Bill:

Bill:

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𝐁𝐄𝐋𝐂𝐄𝐁𝐔 | 𝐁𝐢𝐥𝐥 𝐊𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora