Eran las 8 y media de la tarde y el internado La Laguna Negra se preparaba para celebrar la Fiesta de las Dos Lunas. La cena había comenzado a ser servida de manera puntual, y la mayor parte de los alumnos se encontraban en el comedor ajenos a los numerosos acontecimientos que aquel día habían tenido lugar entre las paredes del viejo orfanato. Con curiosidad, algunos de ellos observaban disimuladamente la atípica y sorpresiva estampa protagonizada por Elsa, Noiret y el pequeño Samuel. El mayor accionista del internado, conversaba animosamente con Camilo, bajo la sonrisa cómplice de su novia, quien sostenía al bebe en sus brazos. Las sillas de Martín y Héctor, eran los únicos lugares vacíos en la mesa del profesorado.
Dando un suspiro, Iván apoyó la cabeza sobre la pared de mármol y le dio una nueva calada a su cigarrillo. Desde el baño podían escucharse los murmullos apagados procedentes del comedor, donde seguramente estaban todos sus amigos. Lo más lógico, pesaba, hubiera sido bajar a cenar, o al menos quedarse en su habitación donde aquella noche, muy posiblemente, nadie le molestaría. Pero Iván Noiret rehuía de toda lógica; la fiesta se le antojaba, como poco, inapetente, y en ese momento Marcos y sus convulsos pensamientos necesitaban con más urgencia el cuarto que compartían.
Aquella mañana, sin lugar a dudas, había sido un día de descubrimientos. Por fin habían logrado averiguar la conexión entre Martín y los padres de Marcos, y las sospechas de Carolina sobre la pertenencia de Amelia al "bando de los malos", se habían confirmado pocas horas antes. Noticias que les habían sorprendido y que una vez más ponían de manifiesto la veta surrealista de la situación que estaban viviendo. Pero los pensamientos de Iván en ese momento no se centraban ni en Amelia, ni en Martín, ni si quiera en su padre, en el cual pensar era, sencillamente, demasiado doloroso; sino en ella: en Julia. Porque el descubrimiento más importante para Iván aquel día había sido la llegada de su padrastro.
Iván aún podía sentir la rabia y la impotencia que habían inundado su cuerpo y su mente al saber de su existencia. Había odiado, así de simple. A él, a ella y a si mismo. ¿Que estaba haciendo él allí?, ¿por qué ahora, en ese momento?. Comprobar que en el pasado de Julia había existido otro hombre, ese hombre, le había puesto en evidencia parte de sus sentimientos. Podía negarlos delante de los demás, incluso, admitía, que hasta ese momento se los había negado a si mismo. Pero aquella mañana, después de su encuentro matutino con Julia y la casual llegada de aquel hombre después, le habían estallado todos juntos en la cara: Celos, sorpresa, inquietud. Y ante todo, miedo.
Miedo de lo que estaba empezando a sentir por Julia. Porque sí, vale, lo reconocía:Julia había pasado de ser una simple cazafantasmas molesta y repelente, a ser una cazafantasmas molesta y repelente que le importaba, y eso, para ser francos, le jodía. Se preocupaba por ella, más ahora que habían descubierto que su padre estaba involucrado indirectamente con la madre de Marcos y con los tétricos sucesos que giraban a su alrededor. Por mucho que intentaba impedirlo, ella estaba constantemente en su cabeza. Iván se preguntaba cuándo y por qué había sucedido eso. ¿Tan cabrón era el destino que le hacía tropezar constantemente sobre la misma piedra?. Primero su padre, después Carolina....¿A cuántas personas más tendría que querer para saber que querer sólo causa sufrimiento?.¿Acaso no se daba cuenta el destino que Iván Noiret odiaba sentir?.
Sabía que no tenía nada que reprocharle a Julia; él había cometido muchos errores en su pasado, de hecho su presente estaba plagado de ellos, y tampoco tenía por qué pedirle explicaciones . Se atraían,se habían besado,varias veces. Había tratado de frenarlo, pero ella era como una adicción, volvía a recaer sobre sus labios una y otra vez... Sin embargo, nunca, en ninguno de sus fortuitos y clandestinos encuentros, habían dejado claro que términos eran los que gobernaban su relación y mucho menos, qué era lo que sentían.
Iván esbozó una sonrisa. No, desde luego hablar no era precisamente lo que habían hecho. Y he ahí donde radicaba el problema: Iván estaba confundido. Fuese cual fuese la relación que existía entre él y Julia, le gustaba, estaba empezando a acostumbrarse a ella. Y lo que estaba claro es que entre ellos dos no había término medio: o se odiaban o se querían. Y aunque la lógica le decía que lo más apropiado era olvidarse de ella y continuar con su vida, si por algo se caracterizaba Iván Noiret, era por obviar concienzudamente cualquier atisbo de sensatez.
Le dio una última calada a su cigarrillo y se puso en pie. Tenía una cita.
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Relatos Julivanistas
FanfictionAlgunos relatos julivanistas publicados entre 2008 y 2010 en el foro el internado de la web formulatv. No fueron escritos por mí.