4 - 5 temporada

52 3 0
                                    


Estaba totalmente entregado a hacerla feliz, a disfrutar ambos. Desde que nos salvamos juntos de la amenaza del asesino de su padastro y supé que estaba enamorada de mí, más que eso me quería, el deseo de demostrarselo había crecido en mí, con una fuerza estremecedora. Era un deseo físico sí, pero también emocional, quería que supiese cómo la necesitaba en cuerpo y alma, pero esa noche, en su cama, se lo demostraría a traves de lo físico.

Con ella, el deseo carnal de poseernos mutuamente, era algo natural, un viaje de ida y vuelta por parte de ambos, un toma y daca genial de mutuo deseo y satisfacción.

Que lejos quedaban, los noes de Caro, el pensar que estaba salido, los miedos a que mis apetencias no fueran del todo " normales" al no ser correspondidas. Lejanas y absurdas, me parecían ahora, ella estaba frente a mí, agitada como yo, excitada como yo, expectante como yo, atrayente y maravillosa, como la flor que se abre para que el insecto se lleve su polen.

Sí, era maravilloso, amar y ser correspondido con la misma pasión que yo sentía.

- Júuuuuuuuuuulia dijé en un suspiro.- y mis manos subieron por sus muslos acariciándolos, una y otra vez, hasta llegar a la entre pierna, entonces ella me tomó las manos y las puso en la parte baja de su camisón , guiándome para que lo subiera, y lo hicé, no llevaba sujetador y sus pechos blancos aparecieron ante mí, con sus sendos picos rosado firmes, en medio, como una cima que debía ser alcanzada.Pero esa cima no la alcanzaron mis manos, sino mi boca. Primero una y luego otra, suave primero, más fuerte después.

Ella emitió un gemido sostenido, mientras sus manos agarraban mi pelo y luego mi cintura para subir.

Mis manos acariciaban ahora su cintura y las suyas, subían y bajaban por mi espalda, debajo de mi camiseta, hasta que quemaban mi piel y las de sus propias manos, entendí el mensaje y me quité la camiseta, que rodó por el suelo junto a su camisón , que ella misma se había quitado por la cabeza.

La visión de la mutua desnudez de nuestros torsos, nos excitó más si cabía. Y los dos nos buscamos los labios, con ávidez nos besamos, las bocas entreabiertas, la respiración jadeante, las lenguas juguetonas, se disputaban ahogarnos en el beso.

Su piel es tan suave, tan cálida, que mis manos volvieron a sus pechos, y mis rodillas , separaron sus piernas, poco a poco.

Ella volvió a agarrarme del pelo y me separo de sus labios, esos labios que quería morder. Su boca bajo hasta mi cuello, con besos cortos y espaciados y luego a mi oreja, para decir.

- Iiiiiiiiiiiiiiiiiiván, Iiiiiiiiiiiiiiiiiiván

Estaba tan bien escuchando mi nombre en sus labios, que mis rodillas perdieron fuerza, y ella lo aprovecho, para dar una vuelta entera y colocarse encima de mí, quería jugar, quería mandar y yo le iba a dejar hacerlo.

Mis manos se deslizaban por sus nalgas, hasta darle ligeros cachetes, la suavidad de su piel era asombrosa.

Empezó a besarme el pecho, bajando lentamente mientras sus manos sujetaban mis muñecas para que no caldearán sus redondas posaderas, los besos suaves se fueron convirtiendo en más intensos, cuando un chupetón en el abdomen, me hizó gritar de placer, ella se asustó y me tapó la boca, liberadas mis muñecas, fui yo quién le di la vuelta, los dos resbalabamos debido al sudor, para colocarme encima de ella y bajarme los pantalones cortos.

Ella volvió a agarrarme del pelo para besarme y perderse en mi aliento. Yo buscaba la escasa tira del tanga para quitárselo. Ella me susurró en el oído.

.- Están en el segundo cajón .- la entendí perfectamente.

Por fin, había encontrado a mi pareja perfecta, en todo, sin mojigaterías.

Relatos JulivanistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora