5 temporada

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Miró varias veces el reloj, tanto el de su muñeca como el de la sala en la que estaba. No llegaba tarde, habían quedado a en punto y aun faltaban dos minutos, pero aún así, la espera era inaguantable. Sabía que vendría, lo sabía, porqué ya llevaban tiempo viéndose y al principio tal vez si que tenia cierto miedo a que no viniese, sobre todo después de la declaración que le hizo el superyayo. Pero ahora ya era todo distinto, llevaban 4 meses juntos. Tal vez no lo habían hablado, no eran novios formales, no tenían fecha, ni lo habían escampado a los 4 vientos, pero eran algo. Y ambos lo sabían.

Iván se apoyo en la pared de detrás, pasándose una mano por la nuca algo inquieto mientras miraba a su alrededor. Estaba a punto de llegar y aunque llevaban viéndose de esa manera durante meses, seguía poniéndose nervioso con el simple hecho de saber que iba a estar con ella. Apoyando la cabeza en la pared, suspirando algo exasperado por la corta pero intensa espera, oyó los pasos de Julia bajando las escaleras. Sabía que era ella, siempre lo era.

Abrió la puerta con sigilo y la vio, allí, mirando hacia otro lado con la cara un poco asustada, era normal, ese sitio no era para nada agradable, pero el simple hecho de estar juntos ya lo hacía confortable. La cogió del brazo deprisa antes de que nadie les viera u oyera.

Con una sonrisa picara la apoyo en la puerta y antes de que ella pudiera decirle nada, reprocharle algo por el susto, él la beso. Como siempre hacían, con esa pasión propia de ellos. Apoyando sus manos en la cintura de Julia, ambos se movieron hacia el centro de la habitación, donde él, precavido, había dejado una sabana para sus múltiples encuentros.

Se separaron un instante para que el pudiese quitarse la sudadera que en esos momentos tanto molestaba, mientras ella se deshacía de su chaqueta de botones. Entonces una vez finalizada esa tarea volvieron a besarse, esta vez más pausadamente, con más cariño, el volvió a cogerla de la cintura y pasando su mano por debajo de su polo azul clarito acaricio muy lentamente la zona sur de su espalda. Mientras ella le acariciaba la cara con las manos.

Era increíble, hacía no más de una hora que se habían visto y aún así, se besaban como si hiciera siglos que no lo hacían, parecía que quisiesen inmortalizar el momento y quedarse así de por vida.

Y entonces, ambos se separaron, mirándose a los ojos fijamente, diciéndose todo con una sola mirada. Podría decirse que era su manera particular de hablar, a ninguno se le daban bien las palabras. Vio como Julia le sonreía de medio lado, mirándole con brillo especial en los ojos... y aunque llevaban tiempo juntos, aun no se había acostumbrado a la sensación que le invadía cada vez que veía esos ojos verdes. Le devolvió la sonrisa y tocándole la cintura volvió a besarla.

Cuidadosamente, Iván fue bajando a Julia a la vez que él también se agachaba, tenían ya todo preparado la manta, el espacio, el sitio. Todo. Se quedaron ambos sentados y poco a poco Julia se fue apoyando encima de Iván hasta quedar encima de sus piernas.

Julia se abrazo a su cuello, tocándole el rostro sin dejar de besarle, un gesto que Iván simplemente adoraba. Mientras, él metía sus manos por debajo de su camiseta, tocándola la espalda sin dejar de besarla con ardor... atrayéndola más hacia él, deseando que el poco espacio que les separaba desapareciera. Así que, mientras ella le mordía el labio con picardía, el decidió quitarle la camiseta, aquello sobraba.

Ella hizo lo mismo con su polo. Una vez se quedó con el torso descubierto lo acaricio lentamente, mientras el la miraba hipnotizado. Simplemente le encantaba, se podría quedar horas y horas mirándola que no se cansaría nunca de perderse en aquellos ojos verdes. Julia lo beso en la mejilla, y despacio fue bajando hasta llegar al cuello, sabía cuál era su debilidad. Lentamente le mordió el lóbulo de la oreja mientras él acarició su muslo por debajo de la falta, estaban sudando. Pero no era para menos, estaban en la sala de calderas, no era un sitio fresco, encima era verano y para añadirle algo más la situación en la que se encontraban era bastante calurosa.

Iván, sonrió hacia él al sentir los húmedos besos de Julia en su cuello, la cogió por la cintura y tumbándola en el suelo con cuidado él fue apoyando parte de su cuerpo encima del de ella. Besándola con fervor, abriendo su boca y dejando que sus lenguas entrelazadas dejaran paso a la pasión irrefrenable que ambos sentían, fue subiendo su mano por la rodilla, acariciando su suave piel, subiendo por el muslo, la cintura y acercándose al pecho sin dejar de besarla. Y en ese instante, agachado, dispuesto a tumbarse mejor encima del cuerpo de su novia, se quemó el brazo. Se separo al momento, mirando la marca roja en su piel, haciendo un gesto de dolor... desde luego que en ese lugar se estaban asando como pollos.

-¿Qué pasa?- preguntó Julia poniéndose erguida

-¡Joder! Esto está ardiendo coño- dijo abriendo y cerrando la mano varias veces.

- Oye si has hecho esto para que me quite la ropa no...- dijo negando con la cabeza con una sonrisa picarona, cosa que hizo que el también riera con ella. Julia acaricio la herida con cuidado, si se había hecho daño.

-Oye aquí hace mucho calor ¿no?- dijo Iván notando como ambos estaban sudando mucho. Ambos miraron el termómetro que había al lado de donde estaban, sin duda, eso era un horno, estaban a 40ºC y aquello iba subiendo exponencialmente de una manera casi inimaginable.

-Vayámonos de aquí anda- dijo Julia cogiendo su camiseta. Iván hizo una mueca, la jodida caldera les había cortado el rollo de mala manera. Y no había cosa que más le reventara que le cortaran el rollo. Mientras él buscaba su polo Julia intentó abrir la puerta pero no podía.

-Iván no se abre- dijo intentándolo de nuevo. Iván ya de pie, dio un suspiro y fue hasta ella sin ganas. Ella se aparto para que el abriese, cosa que tampoco pudo. Lo intentó más veces pero era inútil. Entonces cayó en la cuenta.

-Nos han cerrado desde fuera- dijo preocupado.

Iván intento abrir la puerta sin éxito, dando golpes y pidiendo que les sacaran de allí. Pero nada de eso funcionaba. La temperatura en la habitación había alcanzado niveles sorprendentes, tanto que se estaba agobiando más por momentos.

-¡abrirnos! – grito dando golpes a la puerta con ambas manos.

-me encuentro fatal Iván... - dijo entonces Julia, intentando darse aire sin éxito separando la camiseta de su cuerpo. Tenía muy mala cara y él se asusto.

Se acerco al instante, angustiado mas por que a Julia le pasara algo que por la situación en si.

-tu aguanta eh... - dijo preocupado, tocándole la cara entre sus manos – no, no... ¡aguanta! – pidió mientras Julia cerraba los ojos y se dejaba caer al suelo.

Iván volvió a la puerta, pidiendo ayuda a gritos. El agobio y los nervios aumentaban a cada momento, pero la preocupación por el estado de Julia le sobrepasaba. Volvió a girarse y la vio caída en el suelo, preso de los nervios se acerco corriendo a ella, agachándose a su lado.

- ¡Julia! No me jodas... - dijo angustiado, tocándole la cara, intentando hacerla reaccionar – no, no... ¡venga despierta! No... no te puedes ir, venga eh...- Volvió acercarse a la puerta, y pego con más fuerza, era desesperante Julia se podía morir deshidratada en cualquier momento y él no podría hacer nada.

-Cabrones, abrid la puerta ¡joder!- no podía hacer nada, casi cuando todo se le veía encima vio como la puerta se abrió. Se alegró, miro a Julia que estaba tumbada en el suelo, la cogió como pudo y la sacó fuera de aquella maldita sala. Sin lugar a dudas, les habían intentando matar.

Relatos JulivanistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora