Capítulo 30

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Cerrando los ojos, dejó que el agua callera, tibia, sobre su piel, relajando sus entumecidos músculos. Había tenido un día duro en el trabajo y estaba visiblemente cansada. El punzante dolor de cabeza que había sentido desde primeras horas de la mañana, martilleaba sus sienes sin compasión ni escrúpulo alguno. Y las ojeras que enmarcaban sus ojos verdes, ponían de manifiesto la falta de sueño durante los últimos días.

Julia sabía que necesitaba descansar, como tambíen sabía, que no podía permitírselo.

Su trabajo como abogada criminalista en el bufete que años atrás había acogido a su padre, le había proporcionado numerosas satisfacciones a lo largo de su carrea; pero tambíen conllevaba una labor ardua, y en ocasiones, agotadora. La preparación de un caso suponía una cruzada en solitario y el desgaste físico y emocional era notable. Pero los retos siempre la habían estimulado y muchos de los procesos en los cuales se embarcaba, realmente llegaban a apasionarle.

Sorprendida, Julia sintió como unas manos grandes y firmes rodeaban su cuerpo por la espalda. Las manos de Iván.

-¡Ivan!-exclamó, con una sonrisa, dando un respingo- Me has asustado.

-Lo siento- se dislculpó el chico, apretando el cuerpo de Julia contra el suyo mientras rozaba su cuello con los labios- No he podido resistirme -le susurró.

Julia ladeó la cabeza y alzó una de sus manos para acariciar dulcemente el rostro de Iván.

-¿Qué tal el día?-preguntó.

-Largo.¿Y tú?

-Cansado

-¿Has tenido mucho trabajo?.

-El caso Jiménez está siendo más complicado de lo que yo pensaba -explicó- La defensa ha presentado un testigo de última hora, y aunque tenemos pruebas y argumentos suficientes para incriminarle, el proceso podría alargarse más de lo necesario. Tal vez si...

-Ey,ey, ey- la interrumpió el chico- Basta -le ordenó- Esta noche no quiero que hablemos más de trabajo.

-Tú has preguntado...-le recordó.

-Olvida que lo he hecho.

-¿Y de qué quieres que hablemos?-preguntó, apoyando su cabeza sobre el hombro de Iván.

Ivan deslizó sus manos por el vientre de la chica mientras dibujaba una sonrisa pícara en su rostro.

-¿Quién ha dicho que quiero hablar?.

Y con un movimiento rápido, Iván volteó a Julia, colocando su cuerpo contra la pared y apresinándolo fuertemente contra el suyo. Situando las manos a cada lado de su cabeza, se inclinó hasta tocar su frente y atrapó sus labios en un beso brusco y fiero. Sus lenguas se buscaron, jugando entre ellas, con urgencia y alevosía, explorando cada recobeco de sus bocas, urgando en el interior de cada una.

Julia rodeó la cintura de Iván con una pierna mientras éste fue deslizando poco a poco sus manos a través de su cuerpo . Rozando su pecho con infinita ternura, aferró solidamente la cintura de la joven haciendo que Julia pudiera sentir sobre su piel el torso firme y húmedo del chico. Sus manos recorrieron la espalda de Iván, mientras éste besaba deliciosamente su cuello. Julia gimió de placer al sentir los labios de Iván resbalar por su garganta. Enterrando las manos en su pelo, enlazó sus piernas alrededor de su cintura, y sintió como Iván la elevaba del suelo. El chico acarició su mejilla y la miró fijamente a los ojos mientras sus cuerpos, desnudos, eran salpicados por el agua.

-Definitivamente, no quiero hablar -farfulló, antes de volver a besarla.

Tumbado sobre la cama, Iván acariciaba el brazo de Julia, mientras ella dormía placidamente sobre su pecho. Los primeros rayos de sol iluminaban tenuemente la estancia mientras la brisa matutina que se colaba por la ventana movía, silenciosamente, la cortina de cachemir.

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