4 temporada

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Vivimos entre rejas, por así decirlo, una suave cárcel a la que tengo que sumar los jodidos problemas que tenemos día a día. Y aunque hace semanas hubiera dicho que pagaría por salir de aquí... ahora lo haría por quedarme. Acababa de venir del banco y yo llevaba un día de perros. Continuamente pendiente del móvil, las llamadas, los mensajes... continuamente pendiente de si Julia estaba bien. Suspire, apoye la mano en la pared y mire hacia la habitación, he de reconocer que en ese instante me sentía algo torpe, podría decirse que incluso ridículo... normalmente eran las tías las que venían a mi, pero ese día había sido yo quien le había pedido a Julia quedar, quien había llegado antes a la sala de esgrima y había extendido las colchonetas por el suelo... y el que ya llevaba media hora esperando. Me pase las manos por la cabeza, recordando el último beso dado con Julia. No había tenido el valor de decirla que estaba preocupado por ella, quizás porque no quería pensar en las razones, porque me jodia tener que hacerlo...vale, porque me daba miedo pararme a pensar un solo instante en su simple rostro... ¡joder, llegaba tarde! Me moví algo nervioso por la sala ¿y si no quería venir? Soy un bruto, eso es cierto... en múltiples ocasiones también puedo llegar a ser un capullo, quizás se ha cansado de todo... mire el reloj de nuevo, la sala, el exterior, mis pies, la puerta... pero Julia no venia y yo cada vez me sentía más tonto esperando en mitad de la habitación. Suspiré deseando verla entrar, pero parecía que el momento se retrasaba... y como pasaba últimamente mis pensamientos volvían a ella, a su rostro, a su voz, a sus besos... vale, vale... para. Me prometí cuando termine con Carol no pillarme por ninguna tía y de un día para otro, mis constantes ganas de meterme con la cazafantasmas habían evolucionado de tal manera que me veo pensando en su simple rostro todo el puto día. Con ella era tan fácil, tan distinto...

-¿se puede saber que haces?

Me lleve las manos al pecho sobresaltado y fue entonces cuando la vi. Tan sencilla, sonriéndome con una manta en las manos, no hizo falta decirla lo que quería hacer en aquella sala, nos complementábamos hasta en eso...

-joder... ¿Cuánto llevas ahí? – dije algo preocupado por si me había visto hacer el gilipollas...

-el suficiente para ver como te movías tan nervioso... - contesto ella entrando en la sala, dejando la manta a un lado.

Me fije en su rostro, estaba perfecta. Algo nervioso me pase la mano por la boca.

-anda Casper... cierra la puerta, no vaya a ser que uno de tus fantasmas nos joda la nochecita... - dije señalando a sus espaldas... es que debía seguir en mi línea.

Julia suspiro y puso los ojos en blanco, dándose la vuelta para cerrar la puerta. Entonces se giro hacia mí arqueando una ceja.

-pues si vas a estar en ese plan prefiero irme a cazar fantasmas... - dijo divertida – ya sabes, la costumbre...

-pense que estabas en eso y por eso tardabas... - conteste yo arqueando una ceja.

Sonrío de medio lado... ¡y que sonrisa! Pero no me dijo las razones de su tardanza, simplemente se dio la vuelta y cerro la puerta mientras yo me preguntaba si esas razones serian miedos. Posiblemente lo eran.

-¿Qué miras? – me pregunto con una sonrisa picara, acercándose a mi.

-¿hay alguien más aquí? – pregunte acercándola hacia mi, apoyando mis manos en sus caderas.

No me dijo nada, nuestras miradas, como de costumbre, hablaban solas. Y así, mirando esos ojos verdes que tanto me atraían, me fui acercando a ella, hasta que nuestros labios chocaron y nuestras bocas fueron abriéndose, dando paso a ese largo y profundo beso que los dos deseábamos.

-no... solo estamos nosotros... -me dijo casi susurrando, mirándome de una manera que me dejaba sin barreras, siempre lo hacia.

La sonríe con esa sonrisa picara tan común en mi y me acerque a ella, rondando con mis labios su cuello, su boca. Deseaba tanto besarla, tocarla... era algo irrefrenable lo que sucedía cuando nos tocábamos. Como si todo a nuestro alrededor desapareciera, sintiéndonos vivos, latientes, juntos. La pasión y atracción nos rodeo desde el primer momento, posiblemente desde que la vi entrar por las puertas con esa cara de mala ostia que tanto me gustaba ya quise hacer lo que íbamos a hacer ahora. Baje mis manos, recorriendo su costado, parándome donde termina su espalda mientras me acercaba de nuevo a su boca. En este instante, teniéndola en mis brazos, notando como su cuerpo se estremecía únicamente con mi tacto... me pregunte que es lo que aparecía en mí cada vez que la veía o la tocaba. Yo no soy una persona de poner nombres a las cosas, nunca lo había sido y no iba a ser ahora una excepción. Pero mis actos si hablaban. Baje una mano por la cintura, tocándola el culo y acercándola más a mí deseando que el poco espacio que separaba nuestros cuerpos desapareciera. Las colchonetas estaban detrás de nosotros, lo sabía, pero la pared estaba más cerca. Sin dejar de besarla, de saborear sus labios, de sentirla cerca mientras entrelazábamos nuestras lenguas con una pasión solo propia de nosotros... la apoye en la pared mientras ella me abrazaba por el cuello. Me separe un instante y fije mi vista en sus ojos verdes, ella me miraba algo extrañada, quería seguir al igual que yo, y me pedía a gritos otro beso... pero en ese momento sentí una ganas enormes de acariciarla. Antes, cuando volvió, mi mano toco con suavidad su mejilla, algo suave y rápido... y en ese instante deseaba repetir ese gesto. Sin dejar de mirarla, notando como su cuerpo se estremecía en mis brazos, comencé a subir mi mano con suavidad por su costado, tocando su pecho, su cuello... y poco a poco acariciando su mejilla. Julia me miraba fijamente a los ojos mientras yo recorría con ternura el extremo de su rostro, terminando en la oreja, colocándola con cuidado un mechón de pelo. Era preciosa.

-¿Cómo? – me pregunto ella sonriéndome de medio lado.

-¿Qué? – pregunté yo bajando de nuevo las manos a su cintura.

-¿me acabas de decir que soy preciosa?

¡Menudo gilipollas! Y con todas las letras... ¿le había llamado preciosa? ¿Yo? Vale, desde luego que con esta chica mi cabeza daba mil vueltas, ni siquiera pensaba... fue entonces cuando me di cuenta de que no, no pensaba, porque simplemente sentía. Pero yo, que nunca he sido de palabras, no iba a comenzar a serlo, al menos en ese momento cuando no tenia nada claro sobre lo que sentía o dejaba de sentir por la chica Casper. Y sonriéndola de medio lado, mientras ella me miraba con un brillo especial en los ojos, volví a acércame a su boca y a enfrascarme en sus besos.

-¿no íbamos a las colchonetas? – me dijo Julia separándose un instante de mi y de mis labios, mirándome incluso divertida, haciéndome sufrir por conseguir otro beso.

La mire a los ojos, deseando volver a besarla, a tocarla...

- tenemos toda la noche Casper... - dije besándole la mandíbula, subiendo hacia su boca y besándola con ardor...

Relatos JulivanistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora