4 temporada

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Iván estaba en estado de shock. No podía creer lo que le había pasado. Su padre, su padre biológico había muerto en sus brazos. Y ella. Esa "chacha de mierda" que siempre había estado pendiente de él, era su madre. Su madre. Ahora lo entendía todo. Todas las conversaciones con ella, todos sus miedos, todas sus lágrimas, sus preocupaciones. Le hubiese encantado echarse a sus brazos y abrazarla y contarle y que le contase y hacerle preguntas. Pero no, no era el momento. Estaban en la laguna con el frio quemándoles cada una de sus terminaciones nerviosas y con dos cuerpos que no podían salir a la luz. Julia se fue acercando poco a poco hacia donde estaban ellos, permaneció el silencio durante un buen rato. María lo rompió.

-Iván, Julia id hacia el internado, tener cuidado que nadie os vea y esperadme en tu habitación- señaló a Iván- Es importante que esto no salga de aquí. No se lo contéis a nadie, ¿me habéis entendido? ¡A nadie!

Iván cogió a Julia y ambos pusieron rumbo hacia el internado, sin articular palabra. Entraron por la cocina por varias razones una de ellas era para evitar ser vistos, la otra para coger el botiquín de primeros auxilios y curarse lo que pudiesen. Cuando llegaron a la habitación de él, Julia se sentó en la cama de Marcos y puso el pie en alto, le dolía demasiado. Iván seguía sin decir nada solo lloraba en silencio. Su mirada estaba perdida.

-Iván...- dijo Julia poniéndose a su lado, sin importarle el pie.

-Se ha muerto...Se ha muerto en mis brazos- la voz le temblaba, parecía que quería llorar aún más de lo que estaba llorando. Julia tampoco podía parar de llorar.- Se ha muerto... ha dado su vida por salvarnos, su vida- Mientras estaba diciendo eso Julia se había lebatado y había ido a coger gasas estériles y agua oxigenada. Primero le limpió las lágrimas y luego empezó a curarle el ojo, para seguir con el labio. Iván cogió la mano de Julia y la apretó fuerte.- ¿Sabes que me ha dicho antes de morir?- Julia no contestó pero su mirada dio pie a que continuara.- Que María es mi madre, por lo tanto él era mi padre- Los ojos de Julia se abrieron como platos, pues la noticia no se la esperaba para nada.

-Tu padre...- Se sentó a su lado otra vez sin soltarle la mano. – Ha muerto por mi culpa- dijo rompiendo a llorar. Iván giró la cara para mirarla a los ojos.

-No, mi padre ha muerto por mi puto orgullo ostia puta si te hubiese dicho que te quedaras conmigo, si te hubiese dicho lo que sentía por ti, en vez de hacerme el duro él no habría muerto, joder! Su vida por no decir un puto Te quiero! – Iván empezó a temblar, Julia no podía soportar verlo así. Lo abrazó con todas sus fuerzas y él apoyo la cabeza en su hombro.

-Estoy aquí contigo Iván, no me voy a ir, estaré siempre a tu lado- dijo ella acariciándole la espalda. Él le dio un suave beso en los labios y volvió a apoyarse en su hombro.

Tal vez no era esa la manera de decir todo lo que pensaba y todo lo que sentía, pero era suficiente para que ella supiera que para él no había sido un simple calentón. Dejando eso a un lado, lo que él estaba viviendo era mucho más fuerte que una declaración. Y el pie de ella, al igual que el ojo de Iván habían pasado a un segundo plano desde hacía mucho.

El silencio sepulcral que se había formado en esa habitación se vio interrumpido cuando Roque abrió la puerta de sopetón y junto a él entraron todos los demás.

-¿Pero a vosotros que os ha pasado?

Relatos JulivanistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora