Iván abrió los ojos y sacudió la cabeza, ligeramente confuso, tratando de localizar el inusual sonido que acaba de despertarle. Aunque hacía dos meses que la pequeña María se había convertido en un nuevo miembro de la familia Noiret, Iván todavía no lograba acostumbrarse al llanto que su hija le regalaba todas las noches.
El chico se estiró, perezoso, y con cuidado de no despertar a Julia, quien horas antes se había quedado dormida sobre sus piernas, se levantó del sofá rumbo a la habitación donde dormía la niña. Encendiendo la pequeña lamparita que descansaba sobre la cómoda, Iván se acercó hasta la cuna de María y la tomó en brazos mientras la susurraba.
-Hola, enana, ¿qué pasa, eh?, ¿por qué lloras?.
La niña movió los bracitos, nerviosa, y arrugó el ceño antes de sollozar.
-¡Shhh!, que vamos a despertar a mamá -la recordó - ¿Has tenido una pesadilla?. ¿No me digas que has visto un fantasma?.
Iván colocó a la niña contra su pecho y sonrió al comprobar como María volvía a calmarse. En los últimos días Iván había descubierto que el sonido de su corazón contra el oido de su hija no sólo la gustaba sino que también la tranquilizaba.
-¿Pues sabes una cosa, enana?. A los chicos nos gustan mucho las chicas que ven fantasmas - la niña poco a poco fue cerrando los ojos- Aunque a veces nos hagamos los duros y lo neguemos, nos vuelen locos - admitió.
Asi qué eso fue lo que en verdad te gustó de mí, ¿eh?.
Iván giró la cabeza y miró detenidamente la figura de Julia apoyada contra el marco de la puerta. Vestida con un camisón de color verde, tenía los brazos cruzados y el pelo revuelto. Sonrio. Estaba preciosa.
- ¿Acaso lo dudabas, Casper?
Julia se acercó hasta Iván con pasos lentos y le abrazó por la espalda apoyando su mentón sobre el hombro del chico.
- ¿Quieres que me quede yo? - le propuso.
Iván miró a la niña, quien descansaba plácidamente sobre sus brazos.
- No, tranquila, ya se ha quedado dormida.
- Entonces vamonos a la cama, ya es tarde.
- Sí, adelántate tú, ahora te alcanzo.
- Como quieras, pero no tardes.
Julia besó el hombro de Iván y se dio la vuelta para irse.
- ¡Julia! - la llamó el chico, antes de que saliera por la puerta.
- ¿Sí?
- Ya sé hacerlo.
¿El qué? - preguntó la joven con el ceño fruncido.
Y como toda respuesta, el chico junto sus labios y sopló. Un sonido vibrante y entrecortado, como la vieja locomotora de un antiguo tranvía, pudo escucharse entre las cuatro paredes haciendo que María se removiera en brazos de su padre y que Julia esbozara una sonrisa.
Ivan Noiret había aprendido a silvar.
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Relatos Julivanistas
FanficAlgunos relatos julivanistas publicados entre 2008 y 2010 en el foro el internado de la web formulatv. No fueron escritos por mí.