5 temporada

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¿Qué? ¿Qué nos quitemos los zapatos? ¿supongo que no nos hará ir hacia el internado descalzos?

Pero mis intuiciones tardaron muy poco en ser confirmadas. ¿Pero a éste tío se le iba la pinza, o qué? Nos encierra en las calderas, nos hace transportar leña lloviendo a cántaros, y ahora, ¿ir descalzos hasta el internado? Verdaderamente a Noiret se le estaba yendo la olla. ¿Qué iba a ser lo siguiente? ¿colgarnos del tejado? No sé, como Iván había podido vivir tanto tiempo con ese monstruo. Es normal que tuviera ese carácter habiéndolo criado ese tío...

Pues sí, así empezó nuestra marcha por el bosque, descalzos, con todas las malditas ramitas, piedras y... ¡yo que sé que más!

Íbamos caminando todos en silencio, sin hablar. Ese día habíamos tenido la esperanza de que esa pesadilla terminara, ¡pero no! , ¡hasta los polis estaban con ellos!. Seguí caminando, y en mis pies se iban clavando cosas, poco a poco, como en los de los demás.

Pero nadie hablaba, todo era silencio. ¿Qué íbamos a decirnos? ¿Qué nunca llegaríamos a salir de allí? ¿Qué todo lo que hacíamos era inútil? ¿Para qué? Vicky nos lo iba recordando cada día. No importaba que lo repitiéramos nosotros. Y así, todos en silencio, seguíamos caminando a oscuras hacía el internado. Pero de pronto, noté como algo se me clavaba en el pie, y no era una ramita. Grité de dolor y me caí al suelo.

Todos se giraron.

Iván: ¿Julia? ¿estás bien? ¿qué ha pasado?

Julia: creo... creo que me clavado algo en el pie... pero no se que puede ser...

Iván: vale... – Se notaba que estaba nervioso y cansado. Después del choc de esa noche, todos estábamos mucho más cansados. Era como si hasta esa noche hubiéramos estado en constante tensión, como una subida de adrenalina, y... ésta había bajado al tope después de lo del policía. Aún así, me cogió de debajo de los brazos y me levantó del suelo con sumo cuidado.

Notaba como la sangre salía, pero no dije nada.

Iván me cogió de la cintura, y me apoyé en él durante todo el camino que nos quedaba para llegar al internado. Creo que lo único que me dio la fuerza suficiente para llegar fue su contacto y su olor. Siempre había creído que Iván era como la salsa agridulce, era duro por fuera (debido a su infancia) pero siempre estaba allí para quien lo necesitase.

Al final llegamos, y allí estaba Vicky. Y como no, en algún momento de su monólogo (ya que nosotros aún no hablábamos) nos volvió a repetir sus 3 palabras favoritas de éstos últimos días: OS LO DIJE

Estaba demasiado cansada para oír su discurso, y esas palabras fue lo único que oí.

Iván le cedió mi peso a ella, ya que él llevaba media hora aguantándolo y también iba sin zapatos.

Nos fuimos a la habitación. Aún quedaba una hora y media para el desayuno...

Me tumbé en la cama y cerré los ojos. Ninguna de las dos me dijo nada. Y pasados unos minutos, las dos se fueron para ir a ducharse. Y yo seguí con los ojos cerrados.

Hasta que oí como alguien abría la puerta. Abrí los ojos inmediatamente y me incorporé, para estar a la defensiva. Pero cuando vi quien era se me dibujo una sonrisa en la cara.

Iván: ¿Qué? ¿Como estás?- se sentó a mi lado en la cama y me cogió la mano, como había hecho yo el día anterior con él.

Mi única respuesta fue un simple pero apasionado beso.

En ese instante me olvidé de fantasmas, de nazis, de padres locos... la verdad es que la familia de Iván era de lo más extraña. Pero a mí lo único que en esos momentos me importaba era él. Y así, conseguí olvidarme por un tiempo de todo. Incluso de mi nombre.

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