«Corre.»
Me encontraba a mí misma corriendo en el bosque. No me molesté en mirar atrás, no podía, no quería. Tenía que seguir.
Iba haciendo zigzag para que no me diesen un flechazo, aunque, claro, ¿Quién querría dañar a una princesa? Sólo los escoltas de mi madre. Pero hoy no me atraparán. Hoy no.
En este territorio no me gana nadie. A pesar de que soy una princesa, desde pequeña siempre me saltaba alguna que otra lección para huir al bosque. Allí había tanta paz y no había nadie que me dijera: «Las señoritas no hacen esto», «Las princesas deben mantener siempre la compostura», «Las princesas no juegan en el sucio bosque». Y bueno, aquí estoy.
Soy más rápida y hábil que cualquier soldado. Soy capaz de trepar árboles con los ojos cerrados. Conozco este bosque mejor que mi propio palacio.
Recuerdo la primera vez que me escapé al bosque...
10 años atrás...
Era la hora. Me tocaba clase de historia. Sí. Odio con toda mi alma historia. ¿Para qué quiero estudiar el pasado? ¿No es mejor centrarse en el presente?
«Este país se va a la mierda.»
Ups.
Se supone que ahora me toca rezar porque «Las princesas tienen prohibido un mal lenguaje». Aunque yo había escuchado a mi madre gritarle a mi padre quinientas cosas mil veces peores—en privado, claro—.
Recogí mi cabello en una coleta alta con un lazo. Lista para ir al aula de estudio.
—...y el rey Hakkan en el año 1.456 quemó la aldea de...¿Belia?—la maestra me llamó la atención.
Su voz me trajo de vuelta a la realidad.
—¿Por qué no prestas atención? ¿Por qué miras tanto la ventana? ¿Te parece más importante sea lo que sea que haya afuera más que la historia de tu propio país?
«Sí. Efectivamente. Me importa una mierda.»
—Lo siento...—agaché la cabeza—. Sólo que... ¿Por qué estudiamos el pasado? El pasado es pasado, eso no debería ser taaan importante, ¿No deberíamos estar pendientes del presente y proteger Laslorv?
Oh oh.
La maestra puso una mueca de ofensa-rabia total.
—¿Cómo puedes insultar la historia de tu país?
—¡No, no! Sólo digo...
—¡Nada!—me interrumpe—. Vete a tus aposentos y regresa cuando estés dispuesta a entregarte en cuerpo y alma a la asignatura.
Agacho la cabeza porque no se me permite quejarme y recojo mis cosas para irme.
Mi madre me matará cuando la maestra le cuente mi comportamiento en clase. Pero ¡Si no he hecho nada malo! ¿Qué? ¿Por ser princesa tampoco puedo tener mis propios pensamientos? ¡AGH! Me irrita más el hecho de no poder expresarme y tener que callarme que el hecho de estar en esta situación.
La odio.
No la asignatura—que también—, sino a mi madre. Es la que me cohíbe de todo por ser de la realeza...
De puertas a afuera, todos creen que es un privilegio ser de la familia real, que todo es bello y de color rosa. Pero de puertas a dentro... Es el puto infierno. No saben cuánto envidio a las chicas normales del pueblo que corren libremente por las calles con sus amigas, mientras que yo tengo que estar aprendiendo modales, asistiendo a asuntos del país y gobernar que no tienen nada que ver conmigo pero como soy de la realeza...
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Mi mayor debilidad
Teen Fiction¿Un príncipe encantador o un villano sin escrúpulos pero dispuesto a lo que sea por mí? No sé cómo ni cuándo llegué a esto... Soy una princesa, y aunque odie serlo, mi destino final es casarme con el príncipe de Laslorv, pero... ¿Quién quiere segui...