UN SAPO Y UN MONO

908 77 24
                                    

Belia

Ese imbécil piensa que voy a darle información así porque sí. Pues está muy equivocado. No soy una persona fácil de dar su brazo a torcer. Voy a hacer que ruegue, ¡Lo hará! ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué me mate en el intento? Eso quizá le dé placer porque creerá que con eso hará sufrir a mis padres pero... Será todo lo contrario, le saldrá mal su jugada. Es bastante estúpido como pensaba.

Estaba claro que ahora al entenderse de quién soy en realidad, no dejaba de visitarme. Creo que ya deduzco un poco por qué salía tanto... ¿Me estaría buscando? ¿Estaría yendo a por la princesa para vengarse? Menudo idiota. Él me ha dejado aquí encerrada al principio sin saber nada, haciéndome «sufrir» con la intriga. Pues bien, es mi turno de mover. Ahora qué se joda él.

Llegó el anochecer y con él, apareció el indeseable estúpido.

Mientes con lo de «indeseable» cuando fantaseaste con e...

¡Cállate! Me ruborizo yo sola.

—¡Hombre! Ya me parecía que tardabas en aparecer. ¿Qué tal, Nadie?—bromeo al verlo.

Él mantiene su semblante serio y tensa su mandíbula. Me encanta provocarlo. Da adrenalina y un poco de risa.

—Vengo en son de paz—alza las manos a modo de rendición.

«Qué mal mientes, guapo.»

—Ah, ¿Sí? Qué bien. Entonces ¿Qué? ¿Vienes a jugar al ajedrez?

Él niega divertido.

—Ya quisieras que viniera a jugar al ajedrez.

—¿Entonces?

—¿No te apetece hablar?

—Sí claro, es lo que más me apetece hacer en el mundo y más si es contigo—digo sarcásticamente y rodeo los ojos.

—¿Y si te digo que sí vengo a jugar?

Vale. Eso me tomó por sorpresa. ¿Jugar? ¿En serio?

—¿A qué?

—No tiene nombre. Pero se trata de beber o responder. Yo te hago una pregunta y si no quieres contestarla tendrás que beber y pasará a ser mi turno.

—Entonces tú vas a quedar embriagado.

No bromeo. Él sería capaz de beberse una botella entera de vino con tal de no responderme.

—No. Porque hay una regla. No puedes negarte a responder más de tres preguntas seguidas.

Interesante.

—Suena bien pero... Creo que prefiero besar un sapo asqueroso que jugar contigo y responder tus preguntas.

Él pasó la mano por su cara y suspiró.

—Como quieras—esbozó una sonrisa que no me gustó nada.

Tan rápido llegó, se marchó. Se fue, ¡Se fue corriendo! ¿En serio? ¿Ya está? ¿Se va así sin más?  Qué fácil.

Mi mayor debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora