Lucía tan hermoso cuando dormía... Maldita sea, incluso durmiendo hace que se me seque la boca. Si permanezco más a su lado me voy a poner peor.
Salí de la habitación y preferí cotillear cuando él no estuviera. Cosa que después de lo visto hoy, creo que no saldrá hasta que falten suministros. Así que solo me quedaba la opción de volver al sofá. Me quedé mirando al techo. Aunque yo odie mi vida, no sé si sería capaz de hacer lo mismo que él; vivir en la completa soledad y en una zona aislada del mundo. No es tan mal plan, es decir, aquí nadie te molesta, pero... ¿Tanta soledad no es mala? Pero como dijo mi querido Zack: «Mejor solo que mal acompañado.»
Perdida en mis pensamientos, me quedé durmiendo de nuevo. No podía evitarlo ¡El sofá era demasiado cómodo! Cualquiera se dormiría ahí y más después de compararlo durmiendo en el mismísimo suelo.
Esa vez no soñé con Zack, de hecho ni siquiera recuerdo que soñé. Pero a la mañana siguiente, al despertar, me levanté y fui al baño. Creo que me tomé demasiada libertad para estar en una casa ajena, pero... Me tomé una ducha. Al salir, me dirigí al salón y me encontré con Idris, leyendo en uno de los sillones.
—¿Qué lees?—Interrumpo su paz mental.
De pronto, él cierra el libro. Tenía la cubierta de color azul... Azul cielo. Pero no tenía título. «Muy raro».
—Nada—me miró de arriba a abajo—. Veo que te estás poniendo cómoda ¿eh?—Dice mientras sube y baja las cejas.
No puedo evitar ruborizarme. Acababa de verlo y ya me estaba provocando.
De pronto, Idris dejó el libro a un lado y se levantó, acercándose a mí. ¿Qué va a hacer? Acorta toda la distancia y cuando creí que me haría algo, veo que se agacha y con la llave me quita la cadena rota del tobillo. Lo tenía completamente rojo.
—Whoa. Está más rojo que tú—se burla y yo le pego.
—Es culpa tuya, tú me pusiste la dichosa cadena—me cruzo de brazos y rodeo los ojos.
—Rencorosa.
Se me escapa una risa seca.
El silencio inundó la sala otra vez.
—¿Te apetece hacer algo divertido?—Me miró con una sonrisa perversa.
«Me apetece hacer muchas cosas contigo.»
—¿Para ti qué es «divertido»?—Pregunté aterrada.
¿Preguntarle al antagonista de mi vida qué le parece la «diversión»? Es de locos.
—Vamos.
Él salió afuera y yo lo seguí. La luz del Sol me daba directa en los ojos. Hacía tanto tiempo que no me daba el Sol tan directo que parecía un vampiro apunto de arder en llamas. Usé mi mano de visera y rodeamos la casa hasta llegar a su caballo. El caballo estando a mi lado yo parecía ridículamente pequeña. Intimidaba.
—Venga, no muerde—bromeó.
Me acerqué al caballo y titubeé un poco antes de posar mi mano en su rostro y lo acaricié.
—Hola... eh... Marxh.
Se llamaba así ¿no?
El caballo soltó un relincho y yo del susto caí de culo. Por supuesto Idris se echó a reír a carcajadas.
—No tiene gracia, ¡Me ha asustado!
—Cierto. Es muyyy peligroso.
—Pues sí. Los caballos también pueden ser peligrosos—me cruzo de brazos.
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Mi mayor debilidad
Teen Fiction¿Un príncipe encantador o un villano sin escrúpulos pero dispuesto a lo que sea por mí? No sé cómo ni cuándo llegué a esto... Soy una princesa, y aunque odie serlo, mi destino final es casarme con el príncipe de Laslorv, pero... ¿Quién quiere segui...