NUESTRO REFUGIO

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El trasero ya me dolía de estar tanto tiempo sentada en este maldito suelo de cemento. En el pasillo de la casa había una alfombra ¡¿No podía dármela por lo menos?! Él no la necesita y yo voy a quedar con el culo hundido.

«Dios, qué dolor.»

Miré mi pierna lastimada. Ya estaba bastante mejor y apenas me dolía, ¿Cómo lo había hecho? Terminé levantándome y al igual que en Rapunzel, me quedo mirando por la ventana, esperando poder salir, pero, en el supuesto caso de que alguien me encuentre—viva obviamente—, ¿Después qué? ¿A dónde voy? Me niego a volver al palacio y más si sé lo que me espera. Pero entonces ¿Qué haría? Como ya dije, no tengo más familia, ni tampoco algún amigo que me dé cobijo. Liam quizá sí me echaría una mano con eso, pero dudo que sus padres quieran verme después de lo que hice, y tampoco estoy del todo segura si Liam quiere volver a verme. Después de todo, me dejó ir. Creo que me ayudó a marcharme porque le había hecho daño y no quería mirarme. Yo no lo haría si me hicieran daño de esa forma.

«Abandono.»

Conozco esa palabra a la perfección. No solo por el «abandono» de mis padres, que nunca me prestaron atención a menos que me necesitasen para algo y que aprenda modales. La única persona que me podía abandonar, fue Zack. Solo él podía abandonarme y lo hizo. ¿Por qué? Estoy casi segura que no estaría en esta situación, aquí encerrada con este imbécil si Zack hubiera permanecido a mi lado. O igual se acabaría enterando que yo era la princesa y le mentí descaradamente a la cara. No llegué a conocerlo del todo, pero probablemente me hubiera lastimado o algo peor si lo supiera. De ser así, lo mejor que se le ocurrió fue el abandono.

De. Puta. Madre.

¿Por qué no puedo parar de pensar en él? Creí que había superado esa etapa. Bueno, más o menos, porque siempre iba a buscarlo al bosque. Me pregunto cómo sería ahora—su aspecto, claro—. Era bastante guapo de pequeño, ¿Seguirá igual de atractivo? Soy una tonta e infantil por pararme a pensar en ello. Me da risa, porque si Zack supiera lo que he hecho, hubiera dejado de llamarme «niña buena». Aunque siempre lo decía en broma, pero ¿Esto? Hubiera sido la bomba.

Ver los árboles empapándose, me recordaba a la primera vez que salí de noche incluso lloviendo...

10 años atrás...

Lo tenía ya todo planeado para volver a salir. Había esperado a que Margareth saliera de mi habitación y a qué todos se durmieran. Cuando me aseguré de que lo hacían. Me dirigí a la ventana, pero... ¡Esta lloviendo! No... No puede ser, ¡Quiero salir!

Estaba lloviendo, aunque no demasiado. Yo le prometí a Zack que iría a verlo todas las noches y hoy no será la excepción. Agarré mi chubasquero con mis catiuscas para salir. Me recogí bien el pelo y el camisón para no empaparlo tanto y me dirigí al bosque. Pero ¿Zack se habrá quedado en casa? Es decir, una persona sensata se habría quedado en casa, seco y sin riesgo de resfriado, pero la promesa... Desde que Zack me contó que no tenía hermanos y que vivía prácticamente solo por el trabajo de su padre. Le prometí verlo todos los días. Al fin y al cabo, yo también estaba sola.

Fui para el punto de encuentro e intenté buscarlo con la mirada.

—¿Zack?

—¡Al fin!—salió de detrás de unos árboles, como siempre.

Me fijé en que él no llevaba ni chubasquero, ni paraguas. Estaba totalmente calado, ¿No le importa mojarse? ¿No tiene frío?

—No llevas paraguas—ladeé la cabeza.

—Qué bien, tu visión sigue en condiciones—bromeó.

—¿No tienes frío?

Negó con la cabeza lentamente. Mentira, es imposible que no tenga frío.

Mi mayor debilidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora