«La flecha...»
Zack cayó al suelo por el impacto y pérdida de equilibrio. La flecha se le clavó en todo el hombro izquierdo.
—Zack...—dije en un hilo de voz.
Él llevó su mano hacia la herida y pude ver claramente en su rostro cómo reprimía un grito de dolor. Se me partió el alma, me quería morir al verlo así. El escolta que le dio se acercó a él y sacó su espada.
Ah. No.
Y por primera vez, hice lo que jamás pensé que haría en mi vida... matar. La rabia me nubló y prácticamente salté del árbol sobre el escolta y le clavé la daga en el cuello. Lo apuñalé... Me siento extraña, no siento el dolor que creí que sentiría por matar a alguien... De hecho siento cierta satisfacción al ver el escolta—ahora muerto— ahí tirado. «Entiendo ahora por qué la venganza es dulce.¿Será esta sensación la que querría sentir Zack al vengarse?»
Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no me di cuenta...
—¡Detrás de ti!—Gritó Zack.
Me giré y vi a otro escolta. Ya no sentía miedo, después de ver lo que le hicieron a Zack, perdí todo el temor. Deje que el escolta avanzara hasta quedar tan cerca como para clavarle mi daga en su estómago. No titubeé. No pestañeé. Sabía que ellos no podían lastimarme por ser la princesa y me aproveché de ello.
La lluvia prácticamente limpiaba la sangre de mi daga. Miré a Zack. Él ahora estaba sentado, apoyado en un árbol.
—¡Zack!—Corrí hacia él y lo abracé fuertemente y después acuné su cara en mis manos—¿Te duele mucho? Tengo que...—Me empecé a poner nerviosa y mis pulsaciones subieron.
Zack agarró mi muñeca izquierda y me bajó la mano lentamente.
—Tranquila. Estoy bien.
Sé que solo dice eso para que me calme pero se nota que NO está bien. Veía cada vez más sangre en su hombro que se deslizaba hasta su costado.
—Tengo que...—Miro a todos lados—. Hay que curarte. Hay que frenar la hemorragia...—Me tiemblan las manos.
Zack agarra mis manos para que me tranquilice.
—Estoy. Bien.—Hace una pausa—. Veo que no cambiaste. Sigues siendo la niña nerviosa de entonces—esbozó una leve sonrisa triste.
Verlo así se me partía el corazón.
«Si no detengo la hemorragia va a morir. Y me niego rotundamente a vivir sin él.»
—Oye, Belia, yo...—Agachó la cabeza—. Quería pedirte perdón...
—¿Eh?
—Quería disculparme por haberte gritado. Tú... Tú no tuviste la culpa de nada, fue la frustración por la muerte de mi padre lo que me nubló y la pagué contigo. Olvidé que yo no era el único que sufría... Tú también sufriste conmigo.
—Pero te mentí...—dije casi en un hilo de voz.
—Y lo agradezco—Eso me confunde y frunzo el ceño—. Me conoces mejor que nadie. Sabes que siempre fui testarudo y quería hacerme el duro pero en verdad...—suspira—. En verdad yo necesitaba a alguien en mi vida. No tenía a mis padres y por eso decía que me gustaba la soledad, para no parecer un marginado. Pero llegaste tú y...—Pasó la mano por su cabello empapado—. No sé. Pero tu presencia me ayudó mucho... A mí también me gustaba tenerte a mi lado. Y por eso agradezco que mintieras, porque significa que lo hiciste para seguir conmigo...
Hubo un momento de silencio. No sabía qué decir, su sinceridad me pilló por sorpresa y lo que dijo... No podía creerlo, ¿De verdad este es Zack, el chico «duro e insensible» que conocí y ahora está diciendo todas estas cosas...?
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Mi mayor debilidad
Novela Juvenil¿Un príncipe encantador o un villano sin escrúpulos pero dispuesto a lo que sea por mí? No sé cómo ni cuándo llegué a esto... Soy una princesa, y aunque odie serlo, mi destino final es casarme con el príncipe de Laslorv, pero... ¿Quién quiere segui...