UN PASO MÁS ALLÁ

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AVISO. ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENAS SEXUALES. SI ERES SENSIBLE A CIERTAS COSAS,
NO SIGAS LEYENDO.
QUEDAS ADVERTIDO.

Al oír la puerta abrirse, mi corazón empezó a acelerarse. «Si me pilla aquí, me matará».

Te avisé.

¡Déjame!

Hice el mayor derrape de mi vida y al salir, resbalé y me di con el pico de la pared en el brazo hasta que caí al suelo.

«Vaya trompazo y encima he quedado como una idiota.»

—¿Princesa?—Idris me miró, extrañado—¿Qué haces?

—¿Eh? Ah... eh... Ya me conoces. Soy bastante torpe. Solo quise...

Me estaba poniendo más nerviosa y ver sus increíbles ojos grises no me ayudaba.

Gracias a los dioses, el relincho de Marxh distrajo a Idris y pude encerrarme en el baño rápidamente.

«Vale, Belia, no te pilló.»

No de milagro. Tragué saliva e intenté calmarme. Nota para el futuro: esperar a que Idris se marche con Marxh muyyy lejos para tener más tiempo a ver.

Eso te pasa por cotilla.

¿No tienes cosas mejores que hacer qué molestarme?

No. Soy tu conciencia, para algo estoy.

Es verdad.

Una vez tranquila, tiré de la cadena para fingir que estaba haciendo mis cosas y al salir, Idris no estaba. «Gracias a los dioses». Si llega a estar él afuera esperándome, se hubiera liado. No sé dónde se metió pero yo me fui directa al sofá. Estaba muerta de tanto galopar hoy. Así que no tuve que hacer mucho esfuerzo para poder conciliar el sueño.

Por sorprendente que parezca, los días iban pasando. Idris me enseñó a manejar a Marxh hasta el punto de no tener que necesitar que él se suba para sujetarme y poder montar sola. No visitamos mucho más de los alrededores, pero al menos salía de la casa y me daba el Sol. La confianza iba aumentando y eso facilitó mucho las cosas...

Hacía diez años que no me divertía así y que hablaba con otra persona que no fueran Margareth o Fabiola, y de asuntos que no fueran de palacio. Por fin pude volver a soltarme y quitar este muro.

Esa noche, después de dejar a Marxh, cenamos en el sofá. Bueno «cenamos». Yo solo tomé media manzana porque sentía que todo me llenaba y él ni siquiera eso. Más bien nos sentamos a hablar mientras que yo comía esa media manzana.

—¿Por qué demonios preferías estar en la aldea antes que un palacio? ¡Te lo dan todo masticado!

Idris y yo habíamos empezado a hablar de algo que ya no recuerdo y terminamos hablando de palacio porque por algún motivo empecé a quejarme.

—Ya estamos. La gente cree que por vivir en el palacio ya lo tienes todo hecho... ¡Cuando es al revés!—Exploté—. ¿Sabes la de veces que he tenido que escuchar charlas aburridas del gobierno? ¿O asistir a clases de modales exclusivos de la realeza? ¡La vida de palacio es una mierda! Me prohibían todo, TODO. ¿Por qué si no me escapaba de noche? Nunca pude tener amigos normales ni hacer nada que no estuviera relacionado con el palacio... Lo odio—dije esto último casi llorando.

Hubo un momento de silencio.

—No sabía que...

—Claro que no lo sabías—le interrumpo—. Porque solo se hablan de las comodidades que reciben... Pero yo te hubiera cambiado mi vida sin pensarlo dos veces.

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