Imagina Con Rosé

Nunca los dejaré

Siempre he sabido que tengo suerte de tenerla a mi lado.
No sé qué sería de mi si se va.
Aún no logro comprender por qué se fijó en alguien como yo.
Ella es perfecta y yo... no tengo nada de excepcional.

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Estaba concentrada en mis cosas, cuando sentí unas llaves sonando en la puerta principal.
Esta se abrió dejando ver a la mujer más hermosa de la historia, la mujer a quien más amo, la que alegra mis días...

Me miró y le brindé una tierna sonrisa. Ella trató de hacer lo mismo pero pude ver que parecía más una mueca que una sonrisa.
Sé que no ha estado bien últimamente, pero no ha querido decirme nada así que no la quiero molestar.

Me acerqué y rodeé su cuello, plantando un beso en sus hermosos labios.
Ella rodeó mi cintura y continuó el beso. Era perfecto; un baile entre nuestros labios, un roce deleitante y un sabor dulce.
Sin embargo, no duró mucho. El beso comenzó a volverse cortante, casi salado... Literalmente.

Me separé y pudo ver cómo estaba llorando. —¿Qué te pasa, Rosie? ¿Por qué lloras, bebé?

Quiero saber qué le sucede, ella no llora tan fácil frente a mi. —Te amo...— Sonrió y me besó de nuevo.

Luego de un momento, me separé con delicadeza limpiando sus lágrimas.
Ella tomó una de mis manos, y dejó unos suaves besitos en esta.

—¿Estuviste con el doctor?— Como les decía, ella no se siente bien físicamente hace un tiempo, así que le recomendé que visitara un doctor y hoy lo hizo.

Soltó mis manos y fue a sentarse en el sofá. Me quedé allí de pie confundida, hasta que vi como me pedía que me sentara en sus piernas.
Me acerqué con una sonrisa acomodándome y sentí como sus brazos me rodearon.

—Es un resfriado, pronto se me pasará— Sentí como el agarre en mi cintura se hacía un poco más fuerte y sus labios comenzaban a chocar con mi cuello.

—¿Estás segura de que solo es eso?— Su actitud me estaba preocupando. Sé que algo me está ocultando.

—Si, preciosa. No te preocupes, ya se me pasará— Sonrió con ternura y continuó besando mi cuello. Al parecer quería provocarme, y yo que soy más fácil que la tabla del 1, lo estaba consiguiendo.

—E-espera...— Detuve su mano que estaba desabrochando mi sostén. —Estás enferma, quiero cuidarte— Me levanté de sus piernas y organicé mi ropa.

—P-pero-

—Sin 'peros', Rosie— Acaricié su mejilla. —¿Vamos a la habitación? No quiero que camines solita por toda la casa

—Vamos a nuestro cuarto— Caminó hacia la habitación, y yo la seguí observando sus movimientos. —Y dime, ¿Qué haremos para que me sienta mejor?— Se acostó en la cama.

—¿El doctor te mandó medicamentos?

—Si, pero no los compré— Me dio la espalda.

—No te preocupes, yo iré por ellos— Tomé mi cartera, dispuesta a sacar dinero.

—No te preocupes, ya te dije que pronto se me pasará— Comentó con rápidez, sentándose en la cama.

Tomó mi mano y me tiró sobre ella.
Reí un poco y sus labios me atraparon en un beso.

—Siempre te amaré, nunca lo olvides— Comentó separándose y acariciando mi cabello.