31 : Castigos y arrepentimientos.

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La cabeza de Jungmin dolía de una manera horrible, abrió sus ojos de a poco, notando que estaba en una especie de cuarto abandonado, levantó su mirada viendo sus muñecas atadas por encima de su cabeza, encadenadas y cruzadas. Estaba prácticamente colgado del techo, sus piernas estaban desnudas y solo tenía su ropa interior y el camisón. Gimiendo un tanto adolorido, sintiendo algo sobre sus labios, notando a los pocos segundos que estaba también amordazado con un grueso trapo. Se removió desesperado, sin entender cómo había llegado ahí y el porqué estaba en esa situación, soltando gritos ahogados por la mordaza que estaba en su boca.

—Ya despertó la perra.—Comentó uno de los guardias que habían atrapado a Jungmin en lo que se acercaba a él peligrosamente, viendo que el otro solo estaba fumando un cigarro.—Nos estás metiendo en un grave problema al no poder encontrar a ese maldito bastardo que engendraste.

Jungmin comenzó a sollozar del miedo, estaba muy arrepentido de haber hecho aquel impulso de escapar, ahora su vida y la de su bebé que había dado a luz hace un día estaba en peligro.

—En lo que va, divirtámonos con esta zorra.

Vio como ambos hombres comenzaban a desnudarse, Jungmin con más miedo comenzó a removerse y jalar de las cadenas, viendo ya a los dos hombres sin ninguna prenda puesta y eso lo comenzó a alterar más, mientras gritaba desesperado sobre la mordaza de sus labios, pero su destino iba a seguir de la misma manera así que no quedó otra más que cerrar los ojos y enfrentar a lo que viniera. Pero escuchó dos disparos que hizo que sus ojos se abrieran de golpe ante el miedo, viendo a los dos hombres en el piso con un pequeño charco de sangre saliendo de su cabeza viendo al mafioso.

—Par de inútiles.—Hablo guardando su arma detrás de su espalda, viendo a Jungmin colgado del techo.—Estoy un poco molesto contigo niño, así que solo te bajaré de ahí.—Movió la palanca de la polea que tenía a Jungmin colgando del techo, para luego introducir la llave en el candado de las cadenas que ataban las manos de Jungmin soltándolas y bajándole la mordaza al cuello.

—L-lo lamento señor.—Tartamudeo, dando masajes en sus muñecas por las ficciones de las cadenas que le habían lastimado.

—No te lamentes, mira que quién sabe dónde habrá caído en manos tu hijo.—Murmuró V un tanto molesto.—Vámonos, tienes que descansar.

—S-si, gracias señor.—Jungmin camino detrás de él, un poco asqueado ante los dos cadáveres en un gran charco de sangre, habiéndole temblar los huesos del solo ver aquella escena.

—No creas que fue gratis, me debes un favor ahora.—Murmuró V mirándolo con los ojos entrecerrados mientras caminaba a las escaleras subiendo estas.

Jungmin lo siguió detrás, mordiendo sus labios, pensando que tenía que hacer para no quedar en deuda con el mafioso, sin embargo, esperaba que fuera cualquier cosa menos tener sexo o algo que fuera a faltarle el respeto a su prometido Jimin.

Una vez ya en la habitación donde él estaba antes, entró con el mafioso y este se fue directo a la camilla, empezamos a jugar con sus dedos por los nervios que se estaba acumulando. Vio como el mafioso se sentaba en el sofá que estaba en la habitación al frente, viendo el celular.

The secret of the twins || TK ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora