8; Particular Taste

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Me hubiera gustado explorar más mi viaje en Nueva York pero Lando y yo la pasamos encerrados en salas de juntas y cenas de negocios.

Así que ahora estamos abordando el yet privado de vuelta a Monaco, totalmente apurados porque al regreso Lando tiene que hacer pruebas de Mclaren así que tiene que ir a Woking.

Me acerco a la ventana cuando puedo ver el cielo despegado de una ciudad un poco más tranquila de lo que es Nueva York.

—Me encantó viajar contigo —abrazo con un solo abrazo al británico quien parece un poco apurado—. Desearía poder estar más tiempo junto a ti.

—Igual quisiera que pudiéramos tener más tiempo, pero debo irme, preciosa —beso mi frente, poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja—, avísame cuando llegues a casa.

Asiento, sintiendo que algo me hace falta cuando me subo al auto que me llevaría hasta Monte Carlo. Agito mi mano para despedirme otra vez, el igual lo hace desde la puerta del yet sonriendo con fuerza.

En el viaje de regreso a mi ciudad, me quedo dormida así que el chofer tiene que levantarme por lo que media dormida abro la puerta de mi casa, encontrándome con la escena más terrorífica de mi vida.

Toda mi familia esta sentada en la mesa, con Lorenzo en la punta de esta. El lleva las manos entrelazadas, Charles tiene los brazos cruzados, Arthur tiene los codos puestos en el vidrio del comedor y mamá bebe tranquilamente su taza de té.

¿Cuando se me fue el sueño?

—Hola, Avery —saluda con cierta tensión mi gemelo quien es el único que se para a besar mi mejilla antes de volver a sentar.

—Bueno, ¿Pero vamos a comer algo? Muero de hambre, me la he pasado en un vuelo de catorce horas —me quejo con burla, esperando que la tensión se vaya pero Lorenzo simplemente se pone de pie—. ¿Okey?

—¿Por qué no nos dijiste que vino a verte? —murmura con enojo mi hermano mayor. Esto es demasiado serio, Lorenzo jamás se enoja conmigo—, debes de decirnos esas cosas.

—Porque sabia que se iban a poner así —ruedo los ojos, tratando de mantenerme en calma—, Max solo vino a rogarme, el jamás me haría daño.

—Dijiste que él jamás te engañaría y mira como terminó todo, alejándote de nosotros —Charles responde esta vez y esta vez me quedo callada porque tiene razón.

—Vimos las cámaras de seguridad —avisa Arthur—, podemos presentar cargos.

—¡No! ¡Basta! —me pongo de pie—, estoy harta que me traten como si no pudiera valerme por mi misma, ya sé que podemos presentar cargos pero no quiero estar envuelta en escándalos estúpidos por algo que solo fue un agarron de muñecas.

—¡Pudo ser peor! —Charles golpea la mesa, por lo que mi madre lo mira mal pero este no parece ceder porque sigue mirándome con enojo que yo trato de ignorar—, siempre vas a ser una chiquilla que no sabe tomar decisiones, te lo dijimos cuando empezaste a salir con él, te advertimos que iba a hacerte daño y aun así seguiste adelante.

Basta, me esta molestando tanto la situación porque se están desviando del verdadero objetivo que es protegerme, ahora parece que es mi culpa.

—¡Pues perdón por enamorarme! ¡Lo lamento! —puro sarcasmo sale de mis labios—, ¡También lo siento por ser solo una chica de 20 años pensando que la aman! ¡Pero es que no tengo una bola del futuro para ver que me iban a lastimar!

—Es que hasta tus respuestas son de una niña caprichosa, ¡Esto es tu culpa, siempre la haz consentido tanto! —esta vez Charles mira a Lorenzo y es cuando mi paciencia se acaba y me pongo de pie.

WHY - Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora