16; Daylight

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Durante mi infancia papá siempre decía que los mejores momentos en familia se disfrutaban con un buen plato de pasta al pesto.

Los domingos, después de que Charles saliera del karting solíamos regresar a casa donde mamá nos esperaba con un plato hasta el tope de esa delicia.

Extraño muchísimo a mi papá y extraño cocinar para y con él.

Yo solo tenía dieciséis.

—Mierda, A —murmura somnoliento mi hermano mientras meto todo dentro de una canasta de super. Arthur esta medio dormido cuando me contesta la videollamada, esta apenas reaccionando de su ebriedad—. Lando debe de ser muy importante como para que le hagas tu famosa pasta.

—No sé. Sólo desperté y se me antojo —me excuso, fingiendo que no me siento paranoica porque la gente se de cuenta de las recientes emociones que han surgido por él—. ¿Estaré embarazada?

—Quiero ser tío, hazme ese milagro.

No puedo creer que cuando llego al departamento de Lando, rondando las once de la mañana, sigue dormido por lo que cocino en silencio mirando episodios de una serie coreana.

Cuando termino por fin, puedo sentir el olor exquisito entrar por mi fosas nasales.

Charles solía hacerme esta receta cuando mamá cayó en depresión por la muerte de mi padre. Apenas y sobrevivimos esa temporada. Charles fingía estar bien y postergaba sus sentimientos tratando de dominar las carreras de la Formula 2, llevándonos a mi gemelo y a mi junto a él cuando podía.

Lorenzo solía cuidarnos en las carreras cuando Char ponía todo su empeño en el monoplaza. El se había hecho cargo de la familia y las cuentas, de la carrera de Charlie y el asenso de Arthur.

Y es por eso que yo me convertí en su mano derecha porque yo cuidaba de mi gemelo en cuestiones financieras justo con Lorenzo a Charles. Los números entraban en mi cabeza fácilmente; las letras igual. Negocios, campañas y contratos.

—Lando, tienes que despertar.

Me gusta despertarlo, porque siempre me sonríe y busca hacerme un espacio a su lado para seguir durmiendo. Abrazarme tal cual oso y protegerme bajo su calor.

»Vamos, mon amour, levántate.

Juego con sus largas pestañas para provocarle cosquillas y sonrió con fuerza cuando el aprieta mi mano y deje de molestarlo, pero no me suelta pues en su lugar, trata de aplastarme en un abrazo.

Me rio porque su barba me hace cosquillas en mi cuello cuando entierra su cabeza ahí. Mis pies juegan con los suyos para entrar en calor, porque estamos a unos cuantos grados mas abajo de lo que estoy acostumbrada y aun con calcetines mis pies se entumen.

—Sólo un ratito más —implora como un niño pequeño, pero no quiero ceder porque sé que si lo dejo dormir ahora en la noche estará despierto hasta tarde—, por favor.

—Cocine para ti.

Esta vez, es como si todo el no entendiera que está sucediendo porque se separa de mi y pone sus brazos sobre la cama para mirarme desde arriba con el rostro fruncido.

—¿Avery Leclerc cocinando? Debes de amarme mucho para eso —sus palabras salen igual de confundidas.

Mis mejillas se calientan porque es una verdad. Nadie se merecía que la comida hecha por Avery llegara a su boca. Mamá decía que tenía un don especial, porque todo lo que cocinaba me salía delicioso... yo decía que era amor.

—No seas exagerado, Lan —me rio con nervios, saliendo de debajo de él y tratando de pasar ese momento.

—Es que... nunca te había visto cocinarle a alguien que no fuera tu familia y... a Max —esta vez su voz parece bajar lentamente, como si estuviera desilusionado y es por eso que lo veo por detrás de mi hombro cuando estoy sirviendo pasta en el plato—. Me da tristeza saber que él fue primero que yo.

WHY - Lando NorrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora