WHY - Lando Norris

47; say don't go

Duermo fría y solitaria, pero despierto cuando alguien me da su calor... pero dos cuerpos más se unen a mi cama.

—¿Charles? —murmuro, cuando me aprieta a él en un abrazo y para hacernos mas pequeños y entrar los cuatro en la cama.

No me dice mucho, sólo prende la televisión y hace que se reproduzca mi película animada favorita: El Rey Leon.

El día es lluvioso y fresco, pero silencioso y muy lleno de sentimientos nostálgicos.

Parece como si fuera nuestra infancia donde en los días de lluvia mamá nos ponía unos abrigos enormes, que muy lejos de vestirnos decentes, teníamos mil colores puestos.

Nos sentaba en la sala y veíamos caricaturas hasta que llegara papá y durmiéramos una pequeña siesta todos porque nos contagiaba el sueño, para que al despertar mamá nos mandara a bañar uno por uno y así, terminar los seis en la cama enorme que tenían en su habitación viendo alguna película vieja que les gustaba a nuestros padres.

Y despertar el domingo para ir a la iglesia y terminar frente al mar, almorzando en el restaurante favorito de mi madre.

—Vamos a extrañar esto —Arthur es quien habla primero mientras vemos como Simba se vuelve adulto y cantan Hakuna Matata—. No se que haré sin tus gritos.

—O que siempre pidas pay de queso después de comer, aun cuando ya estas llena —Lorenzo murmura. Ninguno me mira, es como si no supieran como comportarse—. ¿Ahora quién será mi copiloto favorita?

—Yo...

Charles... mi precioso Charles empieza a llorar y es cuando mi hermano mayor le pone pausa a la película. Mi corazón se quiebra cuando mi hermano me abraza con fuerza y llora en mi hombro por un momento antes de dramatizar que se seca el rostro y sentarse como indio frente a mi.

»Lo siento, Avery. Es sólo que... eres nuestra niñita, Maranello estaba a la vuelta, íbamos cada vez que estornudabas. ¿Pero Nueva York? Maldita sea, suena tan lejano y... ¡No se que haré cuando nos digas que no hay jugo de durazno en el super y no estemos nosotros ahí para comprarlo! —su cara triste me hace reír entre lágrimas—. Pero estamos felices de que por fin tus decisiones sean en base a lo que quieres y no a lo que los demás decidan por ti.

Arthur y Lorenzo asiente afirmando lo que dice Charles.

—Vengan acá —Lorenzo abre sus brazos y soy la primera en aventarme a él, para luego sentir que se une Arthur y nos aplasta Charles—. Los Leclerc siempre estarán juntos por siempre, ¿de acuerdo?

—Siempre tienes que decirnos que haces, con quien sales. Estados Unidos no es tan seguro, así que tienes que mantenernos al tanto —Arthur amenaza y me rio.

—¿Ya sabes donde vas a quedarte?

—¿O con quien? ¿Cuando inician tus clases?

—¿Ya conoces las calles para llegar?

—¡Oigan, oigan! Ni siquiera me han aceptado —me rio, separándome para mirarlo por fin. Me doy cuenta que mi cama ya no es tan grande como parecía a los ocho y entrábamos sin ningún problema—. Mi correo llegara a finales del mes que viene.

—Eres excepcionalmente inteligente, obvio van a aceptarte —dice sin preocuparse Lorenzo—, aparte, nos hemos enterado por ahí que alguien conoce al rector de la facultad, tu lugar esta seguro.

—¿Tu crees?

—¿No te preocupa que sea ilegal comprar tu lugar? —se burla Ar.

Me rio con fuerza:— Somos millonarios Arthur, cállate y disfrútalo.