Capítulo II.

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N/A: quería pedirles de favor que comenten para yo saber que si les está gustando esta historia se los agradecería un montón :( y también decirles que cuando vean el texto en cursiva significa que es un recuerdo, sin nada más que decir, espero que les guste.


Narrador omnisciente.

La puerta fue abierta nuevamente mientras el castaño se encargaba de servir los últimos cafés que le habían pedido, su compañera, Marcela lo ayudaba a entregar los bocadillos que las personas pedían para acompañar sus bebidas.

Faltaba un día para que su plazo venciera y Matías para su mala suerte, no había podido reunir el dinero suficiente para poder pagar su apartamento, una mierda, la frustración le ganaba y ese enojo con él mismo también. No podía entender como hace cuatro meses era un imbécil irresponsable y lo frustrante era que tampoco podía recordar el porqué de las cosas.

—Bianchi —su apellido llegó a sus oídos.

Un ligero pellizco lo hizo quejarse ligeramente cuando su mirada se encontró con la mirada ámbar de Marcela, su ceño se frunció y masculló una pequeña maldición al ver que un poco del café que preparaba se había derramado.

—¿Qué te pasa? —pregunto y su compañera hizo un gesto divertido.

—Es él de nuevo. Ve a atenderlo, terminaré esto por vos.

Él.

Él otra vez.

—No quiero —murmuro terminando de verter el café sobre los vasos.

Otra vez ese Alfa, otra vez estaba ahí y Matías seguía sin entender el porqué.

Muchos creerían que él es un simple cliente más, pero Matías sabía que no era así, a pesar de que su primera impresión fue demasiada intensa y para nada agradable para el omega, en el fondo sabía que ese Alfa tenía algo entre sus manos.

Llegaba siempre, pedía el mismo café y tomaba asiento, era bueno disimulando, porque Matías podía sentir su mirada a sus espaldas pero cuando lo enfrentaba, él parecía estar ocupado en otras cosas, en su celular o en los papeles que solía leer.

Lo observaba y Matías lo sabía.

Un codazo hizo que su queja se escuchara más fuerte mientras avanzaba la fila, dejó los cafés sobre la caja y se los tendió a la persona que tenía frente a él.

—Dale, aténdelo. Voy a hacer este pedido —Marcela le sonrío con picardía y Matías frunció sus labios.

Pero antes de poder protestar, su compañera se apresuró a ir por la siguiente orden y comenzar a hacerla. Matías respiro hondo antes de girarse y caminar hasta la caja, Enzo, estaba frente a él de nuevo; había descubierto su nombre cuando le pidió un nombre para su pedido, el único pedido de pastel de nueces que había llevado y la única cosa dulce que lo había visto comprar.

—¿En qué puedo ayudarte? —trato de sonreír.

El alfa frente a él curveó la punta de sus labios hacia arriba y un orificio apareció en su mejilla, un hoyuelo. Matías observó ese hoyuelo por unos segundos sintiendo una calidez en su pecho que lo hizo apartar su mirada rápidamente de él y mirarlo a los ojos, esos ojos intimidantes.

—Ya sabes lo que pido —contesto y Matías asintió.

Hizo su café y se lo entregó, mirándolo por unos segundos antes de que le pasara el billete y lo tomara, una corriente eléctrica sucumbió su cuerpo cuando sus dedos rozaron y su mirada se encontró con el anillo que llevaba en su dedo anular, un hermoso anillo de oro.

Un corazón de mentiras (LIBRO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora