Capítulo XIV.

6.6K 766 1K
                                    

Enzo.

Su mirada no tenía vida. Lo había notado unos días atrás y por más que intentaba acercarme y hablar con él, Matías parecía sumergido en su mundo, nuevamente en él y lo difícil que era para sacarlo era toda una travesía nueva.

Excuse que era por lo que habíamos vivido, a pesar de que se mostró preocupado por mi, sabía que no era él mismo. Había algo que había cambiado y eso comenzaba a inquietarme de nuevo.

Después de unos días, me recuperé por completo y volví a la empresa, asegurándome de dejar la mansión con nueva seguridad y reforzada, no quería que sucediera de nuevo y que alguien más atentara contra la vida de Matías o la de mi hijo, había reforzado todo y también había tenido una pequeña discusión con Gael que terminó en un severo castigo por parte de Antonio quien se lo propinó poco después de enterarse de lo que había hecho y lo que había dicho, atenúe su castigo, no había revelado gran cosa pero aún así decidí caminar con cautela.

Esa mañana lo había dejado en la cama, dormido. Su cabello estaba un poco más largo de lo común y los mechones de su cabello lo cubrían un poco sus pestañas cresposas, solo había acariciado su mejilla pálida, cuya mejilla me traía recuerdos que debía enterrar de una vez por todas. Antes de irme, pase por la habitación de nuestro hijo, Lio había crecido demasiado desde la última vez, desde lo que sucedió, que ya no podía echarme un paso hacia atrás, después de todo lo que había logrado.

Esteban se había asegurado de mantener todo en silencio, no había palabras de nada, nadie hablaba de lo que había sucedido en la propiedad Vogrincic, no quería armar un escándalo, no del posible asesinato del artista Matías Recalt y de su esposo, el empresario Enzo Vogrincic. Eso solo armaría más escándalo y les daría de que hablar a los buitres que siempre estuvieron detrás de nosotros, no quería que Augusto Recalt se enterara de lo que había pasado.

No cuando también sospechaba de él.

Esa mañana, entre a mi oficina y lo primero que me encontré fue con una espalda conocida y un cabello negro corto, unos ojos mieles y una mirada que conocía a la perfección. Mis dedos se apretaron en puños y caminé hasta mi escritorio, mirándola.

—¿Qué haces acá, Malena? —pregunté, a secas. Ella me sonrió y se encogió de hombros.

—Quería saber si tenía el permiso de ver esta tarde a Matías. Hace mucho tiempo que no lo veo y sin contar desde la ultima vez que lo vi en tu fiesta.

Sonreí. ¿Qué mierda se creía esa tipa? Osar y entrar en mi oficina como si fuera suya. Hablar de Matías como si fuese suyo. Carajo, quería matarla y enviarla lejos de nosotros de una buena puta vez.

—No, no podes —masculle entre dientes antes de ignorarla por completo y encender mi computadora.

Su olor se amargo.

—Estoy ocupado, ¿podes irte?

Ella arrojó una maldición hacia mi pero yo decidí ignorarla antes de escucharla salir de la oficina, azotando la puerta contra el umbral. Mi mirada fue hasta la ventana y mi mandíbula se tensó al igual que los nudillos en mis manos. No permitiría que ella se acercara de nuevo a Matías. No de nuevo. Y no solo por mis celos irracionales, sino por el hecho de que sabía que Matías era mío. Solo mío.

Incluso en el sentido más oscuro de esa palabra.

[...]

Matías.

Mis ojos se abren poco a poco cuando la luz entra a la habitación, intento acostumbrarme a ella mientras me incorporo lentamente sobre la cama, sentándome en ella antes de escuchar una risa que me congela la sangre y alzo la mirada para encontrarme con la mirada llena de resentimiento de Matías Recalt frente a mi.

Un corazón de mentiras (LIBRO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora