Capítulo XXII.

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Contenido +18.

Matías.

La ceremonia había finalizado dando paso a la recepción para cuando llegamos todos los invitados yacían ahí, bailando y riendo entre ellos, saludándose y felicitándonos a nosotros. Enzo no se había apartado de mi lado en ningún momento, el momento del vals había llegado y se había llevado acabo, todo parecía en orden, en paz y tranquilidad. Ambas familias estaban contentas, felices de que por fin nuestros apellidos se unieran y por fin llevar acabo los negocios que se tenían establecidos tras una unión exitosa.

Ambos debíamos llevar una unión exitosa si queríamos que todo saliera como habíamos planeado.

Cuando la noche cayó, muchos hablaban y brindaban con sus copas llenas de champaña, el ambiente se sentía tenso y supuse que era por el hecho de que nadie de mis amigos estaban ahí, era de esperarse, Juani se había ido poco después de lo que le sucedió a Fran y Fran seguía en rehabilitación tras su accidente, a los únicos que podía ver sólo eran a los imbéciles que me los habían jodido, hablando y tomando entre ellos junto a quien ahora se había convertido en mi esposo.

Enzo se acercó a mi y me tomó de la cintura, antes de guiarme hasta la mesa y yo no despegue mi mirada de ellos, dejándoles en claro que no los soportaba, a ninguno de los dos.

—Felicidades, Matías —murmuro Esteban con la seriedad que lo caracterizaba, yo sonreí a duras penas.

—Fuera más feliz si ellos estuvieran acá, pero se hace lo que se puede, ¿no? —sonreí y alce mi copa antes de beber de golpe el líquido.

Estaban sonrió a duras penas también y Felipe carraspeó un poco, de los tres era el menor, y el más pendejo quizá.

Enzo apretó su agarre en mi cintura y yo lo mire de reojo, no hice nada para detenerme y mucho menos para callarme, no era de los que fingía que alguien me caía bien cuando no lo hacía, así que no me preocupaba en esconder como miraba o pensaba de la gente.

—Juani... —Felipe empezó y yo negué con la cabeza antes de soltarme del agarre de Enzo y fingir que no había escuchado antes de irme de ese lugar sintiendo la pesada mirada de mi esposo a mis espaldas.

Los minutos siguieron pasando hasta que la hora donde los invitados comenzaban a irse y a la vez, seguían bebiendo, solo vi como Felipe se había despedido de ambos y se había ido poco después, Esteban le siguió unos minutos después y chasqueé mi lengua antes de girar y observar la mesa de regalos, había demasiados incluso cuando no se les había pedido, pero ahí estaban.

Observe las cajas envueltas en papel blanco hasta que me encontré con una que parecía un papel deteriorado o viejo, mi ceño se frunció y me acerqué, tomándolo sutilmente antes de tirar del listón negro y abrirlo, tenía pétalos de rosa blancos y secos en tonos ya cafés. Mi entre cejo se frunció y mire hacia el interior pero al ver lo que había ahí, la caja cayó al suelo.

Mis manos temblaron cuando observaron la imagen del incendio de esa noche y en palabras rojas estaba escrito la palabra: ASESINO.

—¿Matías? —la voz de Enzo llegó a mis oídos y mi mirada fue hasta él, mi labio inferior tembló cuando me percaté que todos estaban mirándome—. ¿Estas bien? ¿Pasó algo?

Me apresuré a tomar la caja sobre el suelo y la tape, tomandola entre mis brazos antes de ver hacia el frente y observar la sombra que desaparecía nuevamente. Había estado vigilándome toda la noche pero había decidido ignorarla, no quería prestar atención porque sólo creí que era un espejismo de mis pesadillas y mis putas enfermedades, después de todo había sido diagnosticado con depresión después de la muerte de mis padres, tenía que medicarme y a veces las sombras se repetían por consecuencia del trauma, como los pasos y las voces.

Un corazón de mentiras (LIBRO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora