Enzo.
El frío de la noche seguía persiguiéndome mientras avanzaba por ese lugar antes de acercarme a su cuerpo tirado sobre el suelo, con la cabeza sangrando y su piel pálida, sin vida y con un tono que no me gustaba. Mi corazón latió con fuerza y mis fuerzas se disminuían a medida que avanzaba hasta su cuerpo sobre el suelo.
Había lágrimas sobre su mejilla, recientes quizá y la culpa no pudo evitar golpearme.
La culpa de llegar tarde.
Mis rodillas golpearon el pavimento y no me importo el dolor que eso causo, porque el dolor en mi pecho era más fuerte que nada y casi asfixiante, ni siquiera podía respirar, porque el olor a muerte me estaba matando poco a poco. No podía ni mirarlo, ni ver su rostro ahora sin vida.
Lo tome entre mis brazos y sostuve su cabeza sobre mis brazos, mis manos se mancharon de su sangre y mi corazón se apretó con fuerza, sosteniéndola contra mi pecho, tratando de sentir su aroma una última vez más. Ese aroma que me volvía a loco. Ese aroma a rosas ahora marchitas.
Porque él yacía marchito en mis brazos.
—¿Señor?
Mis ojos se abrieron de golpe dándome cuenta de que ese sueño me había vuelto a perseguir como una mantra que nunca se terminaba; la voz que había escuchado no era de nadie más que de mi secretario y mi mirada fue hasta él quien me miraba con cierta confusión y curiosidad en sus ojos, casi asustado, quizá había tenido esa pesadilla de nuevo, esa que me atormentaba cada noche en cada segundo.
—Dime —masculle entre dientes tratando de incorporarme sobre la silla frente a mi escritorio.
—Hay alguien que quiere verlo...
Mi mirada se encontró con sus ojos y supe de quién se trataba, asentí ligeramente haciéndole un ademán para que saliera y lo dejara pasar, y en menos de dos minutos él ya estaba ahí, parado frente a mi y como un perro, con la cola entre la patas y la mirada de misericordia que había puesto desde ese día en que decidí encararlo.
—¿Qué haces acá? —pregunté con un tono grave y nada amable. Él pareció estremecerse y se acercó hasta a mi con pasos lentos, tomando asiento frente a mi.
—Supe que estaban de regreso en Argentina, quería ver a mi sobrino.
Yo sonreí de manera irónica al escucharlo—. Es mejor que te largues, Recalt. No quiero que volvás a acercarte a mi esposo porque juro que soy capaz de matarte, si no lo hice antes, esta vez si lo haré —gruñí mientras él me miraba y mi rabia no podía ser ocultada en mi voz—. Ya nos jodiste la vida una vez, no voy a permitir que lo volvas a hacer.
—Te dije que yo no lo sabía, no sabía que eso iba a suceder. ¡Te lo dije!
—Decidiste ocultarlo durante catorce años, no vengas con esa mierda de excusa esta vez. —lo mire con rabia en mis ojos sintiendo como mis dedos se apretaban alrededor del bolígrafo entre ellos y mis nudillos se tornaban pálidos.
—Vos tampoco sos un santo, Vogrincic —sonreí al escucharlo mientras apartaba mi mirada de la suya y negaba con ironía ante sus palabras tan estúpidas—. Estoy en el derecho de ver a mi sobrino una vez más.
—Deberías estar agradecido que no te degollo ahora mismo, porque deseos no me faltan —le dije mirándolo a los ojos esta vez.
—Enzo.
El golpe sobre la mesa fue demasiado fuerte y seco que lo hizo sobresaltarse sobre su lugar mientras ma miraba esta vez con miedo y nada de decisión o burla.
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Un corazón de mentiras (LIBRO #1)
Fanfiction«Lo nuestro siempre estuvo llena de mentiras y secretos desgarradores y aún así, mi corazón y cuerpo seguían perteneciéndole solo a él». O donde Matías cae en el juego mental y confuso que Enzo le da en bandeja de plata. AU OMEGAVERSE