Capítulo XVI.

7.1K 730 885
                                    

Cuatro años antes.

Matías R.

Las personas riendo a mi alrededor comenzaban a abrumarme demasiado mientras mi pie se movía de arriba hacia abajo con impaciencia, observando el reloj que estaba por encima de la pizarra digital que la aula tenía. El lápiz que tenía en la mesa tamborileaba a causa de mis dedos, chasqueando mi lengua al ver que el profesor aún no daba por terminada su clase, cuando ya habían pasado cinco minutos demás.

Mis compañeros a mi alrededor ya ni siquiera prestaban atención, seguían riéndose y hablando entre ellos, yo no podía, casi con nadie me llevaba en ese lugar, no me gustaba y ellos tampoco me gustaban. Ni siquiera me gustaba lo que estudiaba pero debía hacerlo, porque era de alguna forma pagarle a mi tío por haberme cuidado todo este tiempo atrás desde que mis padres murieron cuando yo era un niño. Debía seguir los pasos de él, no era su hijo, sin embargo me cuidaba como uno, Augusto Recalt siempre había sido un viejo solitario y jamás se casó y mucho menos tuvo hijos, se quedó solo, trabajando en la empresa familiar. Yo no quería esa empresa, pero como dije, era una forma de pagarle aunque él solo me viera como una llave más que abre puertas en su camino.

—Eso sería todo. —las palabras que estaba esperando por fin salen de la boca del profesor y yo me apresuro a guardar todo para irme de una buena vez lejos de toda esa universidad.

Ajuste mi mochila sobre mis hombros antes de salir del salón y caminar por el pasillo que conocía que me llevaría hasta la salida.

—¡Matías! —gire cuando escuché mi nombre encontrándome con un sonriente Francisco que me saludaba y corría hasta a mi para saludarme y abrazarme por los hombros—. ¿Por que vas tan apurado?

—Tengo que hacer unas cosas.

—Mañana es vacación, ¿no querés ir a una fiesta mañana por la noche?

Rodé los ojos—. Sabes que no puedo...

—Porque vos lo permitís —me reprocho y me detuve en seco para mirarlo.

Francisco Romero era mi amigo, al menos el único sincero que tenía, era un omega igual que yo y de la misma edad, salvo que él estudiaba Artes y letras, lo que yo deseaba estudiar, si no fuera por el sentimiento de deuda que tengo con mi tío, jamás hubiese elegido la ingeniería, pero lo hice y no había vuelta atrás.

—No quiero tener problemas con ella —murmure mirándolo y Francisco rodo los ojos una vez más.

—Sabes que eso no es correcto. Vos sos alguien independiente, no tenes porque estarle pidiendo permiso a una pelotuda como Malena.

A Francisco jamás le cayó bien. Pero eso no era lo que me importaba.

No respondí solo me despedí al verlo en esa negativa antes de caminar hasta la salida donde la vi, estaba apoyada contra su carro mientras fumaba y llevaba unos lentes de sol. Sonreí y camine bajando las escaleras principales de la entrada hasta llegar a ella, espere una sonrisa de su parte pero tampoco lo hubo.

—Sube —me ordeno rápidamente y yo pestañee confundido.

—¿No vas a saludarme? —pregunté y Malena me miró por unos segundos, yo me sentí analizado bajo su mirada pero era a lo que estaba acostumbrado.

—No tengo tiempo para tus juegos, Matías. Vine por ti porque ya lo había dicho, tengo cosas que hacer.

Ella se subió primero al auto sin decirme nada y yo me quede unos segundos ahí, parado mientras la miraba y sentía como mi corazón se estrechaba ante sus groseras palabras, pero no dije nada, puse una pequeña sonrisa en mi rostro y subí al auto.

Un corazón de mentiras (LIBRO #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora