Capítulo 5: Sí que la necesito.

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—Hoy me retiraré temprano, Todoroki-sensei, tengo un almuerzo familiar.

—Diviértete, Midoriya. Avísame cuando llegues a casa, ¿Sí? Me sentiré más aliviado de esa forma.

—Está bien, hasta la próxima— Salió muy contento de la oficina de su maestro.

El día de hoy, había intercambiado números telefónicos con su profesor.

"Llámame cuando necesites ayuda"

Vio con un sonrojo el nuevo contacto que tenía agendado. Sacudió su cabeza y fue corriendo donde su amigo Katsuki, que lo esperaba para ir juntos a la casa del mayor, que es donde sería el almuerzo.

En cuanto llegaron, todos se levantaron para saludarlos.

Obviamente Izuku dejó que sea Katsuki quien sea recibido primero, solo entonces él avanzó para saludar a sus padres, hermanos y padres de Bakugō.

El almuerzo fue tranquilo, no era ninguna ocasión especial, simplemente las familias querían que los adolescentes interactúen aún más para fortalecer sus vínculos y así puedan crear una relación.

—Seguro que a Kirishima-kun le hubiera gustado venir, él ama la carne— Le comentó Izuku a Katsuki, que estaba a su lado, este asintió.

—¿Kirishima-kun es un compañero de clase tuyo, Izuku?— Preguntó Mitsuki, curiosa.

—Sí, es alguien increíble y adora la carne, una vez lo vi comer seis filetes ¡Tiene grandes músculos porque le gusta jugar fútbol americano! Es extrovertido, parlanchín, glotón, muy guapo y fuerte... Aunque a veces es algo bobo– Sonrió con inocencia.

—Izuku— Su padre lo llamó con un severo tono que solo los Midoriya conocían a la perfección, aquel tono que significaba problemas. La sonrisa del omega disminuyó y vio a su padre –No es apropiado que alabes a otros alfas teniendo a alguien tan genial como Katsuki presente.

Katsuki arqueó la ceja e Izuku nuevamente volvió a ensanchar una gran sonrisa.

—Descuida, papi. Kirishima-kun no es un alfa, es un omega, el más genial de todos.

—Ni hablar— Gruñó —No me parece que la descripción que diste haya sido de un buen omega. Mira a tu madre, mira a Masaru, mírate a ti... Tú eres el omega perfecto, Izuku. No deberías admirar a alguien como él.

—¿Por qué no?— Katsuki soltó su tenedor con rudeza y cruzó sus brazos sobre su pecho, alzando la barbilla. Ofendido porque hablaban de su novio.

—Sí, padre, ¿Por qué?— Yamikumo se sumó a la pregunta, aun sabiendo que luego en casa lo pagaría caro, porque nada se le escapaba a Hizashi.

Todos en la mesa miraron expectantes al hombre, esperando por su respuesta.

Este se aclaró la garganta antes de empezar.

—Un omega debe ser sumiso, obediente, delicado, cuidar sus modales, su imagen, su dieta y sobretodo, su cuerpo, más específicamente... Su virginidad. De otra forma, ningún alfa lo tomará en serio.

—Eso no tiene sentido— Volvió a reprochar Katsuki con un aire de superioridad —Eijirō claramente es todo lo opuesto a tu perfecto hijo, ya mantenemos relaciones, me hace callar cuando siente que me paso de la raya, come como si muriera de hambre y muchas cosas más... aún así, yo sí que me lo tomo en serio. Estoy muy mentalizado en que es el omega de mi vida, al único al que pienso marcar y al que quiero a mi lado por el resto de mis días.

Todos, a excepción de Izuku abrieron sus ojos con sorpresa ante tal declaración. Se supone que Izuku había cambiado de escuela para hacerse cercano al cenizo, seducirlo y unirse lo antes posible. Ahora resulta que el alfa ya tenía a alguien más en su cabeza... Y era el omega más imperfecto que se podían imaginar.

—E-esto es una aberración— Murmuró Mitsuki —D-debes estar con Izuku...

—Izuku, ¿Tú sabías que Katsuki tiene un omega?— Cuestiona Hizashi, haciendo temblar al pecoso, quien asintió —Supongo que no queda nada por hacer, nos vamos.

Los Midoriya se levantaron y retiraron, Yamikumo miró con determinación a Izuku, rogando porque el castigo que recibiera no sea tan severo.

Mientras tanto, ya se podía oír los gritos de madre e hijo, ambos alfas, peleando y gritando por aquella revelación abrupta.

—¿Te divertiste, Izuku?— Preguntó Hizashi caminando por la sala.

A Izuku le aterraba el hecho de que su padre no se quitara el cinturón ni le haya dado la orden para arrodillarse, simplemente se limitaba a caminar en círculos con tranquilidad. Tranquilidad que ponía nervioso a cualquiera.

—Parece que te hizo mucha gracia hacerme perder el tiempo... Y ahora que lo recuerdo, hace un tiempo llegaste con el olor de otro alfa encima. Dime, ¿Ya tienes a alguien en esa bendita escuela?— Abrió uno de los muebles, sacando un grueso cable de él, acariciándolo como si le tuviera cariño.

—No tengo a nadie— Respondió, misteriosamente sin titubear.

—Pues no te creo— Detuvo las caricias al cable, dirigiendo su mirada hacia el pecoso —Desnúdate y abre las piernas, quiero asegurarme de que sigas siendo puro.

La respiración se le cortó por un segundo, pero debía obedecer, fue criado para eso, además, sabía que le iría peor si tardaba o dudaba.

Tragando saliva, empezó a quitarse el saco, la camisa, los pantalones y el resto de prendas, quedando solo en ropa interior, esperando a que se retracte de su decisión.

Una cosa es que lo revise un doctor, otra muy distinta es que lo haga su propio padre.

—Todo, Izuku. Y abre las malditas piernas.

Listo para enfrentar su castigo, se da la vuelta para ir bajando poco a poco su ropa interior.

Antes de siquiera hacerlo, unas manos más grandes lo sujetaron desde atrás y obligaron a volver a ponerse los calzoncillos para luego soltarlo con brusquedad. En cambio, oye gruñidos, gritos y golpes. Gira consternado hayando a uno de sus hermanos luchando con Hizashi.

—¡No permitiré que seas tan cruel!— Gritó Yamikumo sobre su padre, aprisionándolo, el mayor obviamente se defendía —¡No vas a humillarlo de esa forma!

—¡Inko, llama a Yō!— Dio la orden, ella asintió obedeciendo.

A los segundos llegó el más alto listo para atacar a su hermano en defensa de su padre.

Empezaron a forcejear entre los tres. Izuku empezó a llorar, sintiéndose inútil por no saber qué hacer. Se limitó a vestirse a medias y salió corriendo sin rumbo fijo.

En cuanto se sintió seguro en un parque cercano, aprovechó para acomodar sus prendas antes de sentarse en un columpio.

Su celular vibró.

"Deku ¿Cómo estás? Yo, castigado, ja, ja"

Era un mensaje de Katsuki, el cual al parecer estaba preocupado.

Iba a responder, pero entonces recordó las últimas palabras de su maestro.

"Llámame cuando necesites ayuda"

—Supongo que en estos momentos la necesito— Murmuró buscando el contacto del alfa bicolor.

Dudó unos cuantos segundos, pero finalmente le dio al ícono de llamar.

Al fin y al cabo, lo peor que podría pasar es que le dijera que no.

Bastaron dos timbradas para que la otra persona al lado de la línea respondiera.

—¿Midoriya?

—No pensé que usarías la llamada de auxilio tan pronto— Sonrió su profesor llegando a su lado.

—Todoroki-sensei...— Se levantó de un salto para abrazarlo.

El adulto expandió sus ojos con sorpresa antes de posar su mano sobre la espalda de su alumno.

—Sube al auto, te llevaré a tu casa.

—¡N-no!— Levantó la vista, suplicante —Mañana regresaré... Por favor, hoy lléveme con usted.

No sabía que te necesitaba. [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora