Capítulo 4: Mente sana como manzana.

2.4K 316 58
                                    

Despertó en una habitación desconocida, a la cual reconoció como el hospital.

Se sobresaltó comprendiendo la situación, había estado a punto de ser violado, su cuerpo tembló nada más por recordar.

Yamikumo y Yō, sus hermanos que estaban a cada lado suyo durmiendo en las sillas recostando sus cabezas en la camilla, se despertaron al instante en que lo oyeron sollozar.

—E-estás bien...— Yō lo abrazó —Iré a llamar a papá y mamá— Se levantó, saliendo de la habitación.

—El director nos contó que uno de tus maestros evitó la situación— Besó la mano del omega —Estoy tan aliviado de que haya llegado a tiempo...

—¡I-Izuku!— Su madre ingresó corriendo para abrazarlo y llenarlo de mimos, Hizashi ingresó luego de conversar con la doctora —Mi niño, estás bien.

—Vamos a casa, Izuku, ya te dieron el alta, puede que sientas dolor por unos días pero por suerte no quedarán marcas— Se acercó al omega y acarició su rostro, Izuku se dejó mimar por la caricia que le brindaba la mano de su padre —Lo bueno es que tu maestro llegó a tiempo, sigues siendo virgen, mi niño— Le sonrió como si fuese su prioridad en estos momentos.

Yamikumo y Yō fruncieron el ceño.

—Eso no es lo que importa, padre, él está bien y no llegó a mayores.

—El asunto no está en si es virgen o no, sino en su salud, podría estar muy mal o incluso incapacitado— Yō, por primera vez le llevó la contraria a su progenitor.

—Ese comentario está muy fuera de lugar— Hasta Inko se metió.

Hizashi miró a todos, uno por uno en silencio, se dio la vuelta con el mentón arriba.

—Vamos a casa, Izuku debe reposar.

Era obvio que si el camino a casa no fue agradable, la llegada fue peor para todos excepto Izuku.

En cuanto el omega fue a su habitación, Hizashi se sacó el cinturón.

—Me has decepcionado, Yō.

—Esta vez es diferente, padre— Respondió con la vista al frente.

Hizashi le dio con el cinturón en la espalda, porque se supone que es ahí donde le clavó la estaca, clara referencia a que se sentía traicionado.

—De ti ya no me sorprende, siempre fuiste un blandengue, intentando defender a tu hermano y cediendo ante su carita y lágrimas.

—Lo haré las veces que hagan falta— Respondió, con el orgullo y tenacidad habitual que tenían los alfas.

El cinturón le cayó en la piernas, indicando que debía dejar de cometer los mismos errores por caer en la misma piedra.

Fue el turno de Inko, ella solo cerró los ojos esperando el golpe.

—Los omegas no tienen opinión y no hablan si sus alfas no se los permiten, pensé que te había quedado claro hace años.

A ella le dio en el rostro, más específicamente en la boca

Eran las dos de la madrugada cuando se levantó para ir al baño, tembló al no reconocerse cuando prendió la luz y se vio en el espejo.

Notó en su reflejo, que había leves llagas alrededor del collar, le hicieron recordar al muchacho que intentó marcarlo, su cuerpo se estremeció de solo pensarlo.

Regresó a la habitación, se echó a su lado pensando en su maestro, por un momento pensó que no habría esperanza cuando el carro pasó rápidamente, pero al parecer Todoroki-sensei sí lo había escuchado, y había regresado por él.

¿Qué habrá pensado de mí? ¿Estará preocupado? ¿Cómo lo veré a la cara ahora?

Sacudió su cabeza.

Ya no importaba, lo que le importaba en estos instantes es que estaba bien y era porque Shōto había llegado a tiempo para rescatarlo. Él era su salvador genuino, seguro y era el único al que le interesaba aparte de su familia.

—Lo lamento, Midoriya, no debí haberte dejado solo— Su maestro se arrodilló y tomó de las manos para que lo perdonase, Izuku, quien estaba sentado en el escritorio de su oficina, pudo deleitarse por la vista que tenía de su guapo profesor.

—N-no es su culpa, Todoroki-sensei. Ni usted ni yo previmos esto, no se sienta mal por algo de lo que no tiene control— Con confianza, entendió su mano para tomar la mejilla de Shōto, quien cerró los ojos ante el tacto —De hecho, estoy muy agradecido por haberme rescatado... Por un momento pensé que ya no la contaba— Bromeó.

Shōto suspiró.

—¿Cómo te sientes? ¿Te gustaría pasar por la psicóloga? ¿Crees que puedas superarlo?

—Ni siquiera sé qué está pasando, Todoroki-sensei. Fue demasiado para mí, fueron tantas emociones que no me da tiempo ni para estar triste, deprimido o asustado... Solo quiero hacer como que nada de esto sucedió— Explicó lo más rápido y breve posible, no quería entrar en más detalles.

—Perdón por no haberme quedado contigo para resguardarte, pero espero que comprendas que tus feromonas empezaron a salir y temía asustarte. Apenas te tuve, llamé a Nezu para que se comunique con tus padres.

—Dejemos de hablar de eso, al final fue un problema que no ocurrió. Mejor cuénteme, ¿Qué hará el fin de semana?

—Solo descansar. Ha sido una semana pesada— Suspiró —A veces me cuesta creer que estoy tratando con adultos... Me hacen preguntas redundantes, no sé si realmente son idiotas o simplemente lo hacen para molestarme.

—No creo que lo hagan con mala intención...

—Entonces son idiotas.

Izuku inmediatamente pensó en Denki.

Finalmente Shōto se levantó, estirando sus músculos para despertar a su cuerpo.

—Muchas gracias, Todoroki-sensei. Me alegra que haya sido usted quien me rescató— Se levantó Izuku, y lo abrazó tanto por impulso como por agradecimiento.

—Me queda claro que estás agradecido— Sonrió palpando la cabeza del menor.

—¿Recuerda cómo el niño salió corriendo cuando usted dijo ser mi alfa?— Empezó a reír con un sonrojo.

—Era la mejor forma de espantarlo— Sonrió, apoyándose en su escritorio, Izuku seguía rodeando su cintura con sus brazos y escondiendo su cabeza en su pecho —¿Por qué lo mencionas? ¿Quieres que lo diga de nuevo?— Bromeó.

Un leve rubor en las mejillas del mayor hizo acto de presencia al notar que Izuku enrojeció por completo sin negar su pregunta

—¿En qué se supone que estás pensando?— Todoroki lo miró de forma acusatoria.

—¡En nada!... Oh, mire la hora que es, sonará el timbre— Se separó y vio su muñeca, Shōto arqueó la ceja al ver que esta no tenía reloj, además de que sun faltaban unos minutos para que suene el primer timbre.

Al ver que el omega se ponía nervioso, decidió jugarle una pequeña broma.

—Bueno, hasta la próxima, Todoroki-sensei— Se despidió abriendo la puerta.

—Hasta luego, Izuku. Y no pienses en cosas raras.

El sonrojo se intensificó, Izuku Midoriya era un auténtico tomate con patas.

—E-es usted el que me hace pensar en cosas raras— Respondió el menor inconscientemente cerrando la puerta detrás de sí con fuerza.

Shōto palideció más.

¿Qué tipo de cosas raras eran a las que se refería ese niño?

No sabía si la respuesta lo asustaba o excitaba.

No sabía que te necesitaba. [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora