Capítulo 12: La noche más linda del mundo.

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—Felicitaciones, Yami, Gogo— Le sonrió Izuku a la nueva pareja formada, el pequeño cenizo asintió con una sonrisa apegándose al brazo de Yamikumo, que sacudió sus cabellos.

—Me alegra que vengas, hermanito... ¿Cómo te encuentras?

—Toga-san y yo nos casaremos en un mes, estoy muy feliz— Tomó el brazo de la alfa, que asintió con una sonrisa.

Para que un alfa o un omega puedan casarse sin que el omega llegue a la edad de matrimonio, el alfa debe cumplir la mayoría de edad.

Es por ellos que Gogo y Yamikumo pudieron hacerlo.

En caso de Himiko e Izuku, la alfa aun no tenía la edad, razón por la cual no podrían casarse aunque Izuku sí contara con ese requisito.

La edad permitida para un omega, eran los dieciséis, para un alfa, los dieciocho.

Himiko estaría por cumplirlos en una semana, razón por la cual ya podían arreglar lo necesario para la boda.

Sus mejillas le dolían de tanto fingir sonrisas ante los invitados que se acercaban también para felicitarlo por su futuro matrimonio con Himiko, ni siquiera conocía a quienes lo saludaban, pero parece que ella sí.

Ella en algún momento empezó a beber demasiado alcohol y se iba a bailar, mientras él la esperaba sentado.

—La drogué— Oyó a Katsuki a sus espaldas, se volteó curioso —En unos minutos debería estar cayendo, la llevaremos a la habitación y luego me acompañarás.

Asintió sin desconfiar, la verdad es que no tenía idea de si era buena idea seguirlo, pero su corazón ansiaba hacerlo y además se trataba de Katsuki, su mano derecha.

Tal y como dijo Bakugō, en menos de diez minutos, ella ya estaba tirada dormitando en una silla.

—Padre— Se acercó a su progenitor —Toga-san se encuentra mal, la llevaré con Bakugō-san a la habitación.

—Toma— Le extendió una tarjeta —Y esta es la tuya— Le dio otra —Aún no están casados así que ni se te ocurra quedarte en su habitación a hacer cosas de más.

Asintió dando la vuelta para regresar a donde estaba la rubia, siendo cargada por Katsuki.

Ingresaron al hotel y tomaron el ascensor para dirigirse a la habitación correspondiente.

Llegando, Katsuki la aventó a la cama como un saco de papas y salió.

—Vamos, alguien te espera— Caminó nuevamente hacia el ascensor.

Izuku lo seguía y miraba curioso cómo pasaba otra tarjeta para marcar uno de los últimos pisos.

—1908— Le extendió la tarjeta al menor y lo empujó fuera del elevador.

Miró confundido las puertas al cerrarse con Katsuki dentro y luego avanzó, buscando la bendita habitación.

Su lobo estaba ansioso, emocionado, no entendía porqué, pero con cierto nerviosismo pasó la tarjeta e ingresó cerrando la puerta tras suyo y encendiendo la luz.

Su respiración se cortó viendo a Shōto sentado en la cama, mirarlo con una sonrisa triste.

—T-Todoroki-sensei...— Murmura en shock, se había resignado a verlo de ahora en más, pero estaba ahí, mirándolo como si fuera él único existente y lo más valioso del universo.

Shōto le sonríe levantándose para acercarse y tomar sus gorditas mejillas entre manos, antes de darle un piquito en la nariz.

—Te he extrañado... Bakugō me contó más de tu situación, haré lo posible para sacarte de esto, ¿Sí?

No sabía que te necesitaba. [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora