Capítulo 14: Fruto prohibido.

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Tembló viendo al doctor frente a él, aún analizando lo que acababa de oír. Debería estar asustado, preocupado, nervioso, sin embargo, estaba feliz.

—Tienes doce semanas de embarazo— Anunció con una sonrisa, viendo los ojos verdes llenarse de lágrimas y al chico llevar sus manos hacia su vientre —No es nada certero, pero es probable que por eso no puedas ser marcado, quizás la glándula omega le dedica toda su atención, esfuerzo y energías al bebé.

Izuku asiente con una sonrisa que contagia al doctor, había ido para que le examinen la marca y al tomarle muestras de sangre, le fue revelado que tenía vida creciendo en su interior.

Llega a casa contento, con unas cuantas compras para darle la noticia a su esposa.

La muchacha regresa a casa al anochecer, no se sorprende de encontrar a Izuku esperándola terminando de cocinar, pero sí se sorprende al ver una caja de regalo en la mesa.

No era su cumpleaños, había sido hace una semana... ¿O quizás era el de Izuku? Se sentiría terrible si lo olvidó.

Imposible, el cumpleaños de Izuku fue hace un mes.

—¿Izuku-kun ¿Qué es esto?— Pregunta acercándose al paquete, curiosa.

El omega dejó absolutamente todo lo que hacía para abrir la caja ante ella.

—Ábrela Himiko-san, es para ti... o nosotros— Ella obedece y ladea su cabeza con confusión al ver el interior— Yo estoy...

Levanta las pequeñas zapatillas blancas, el babero y el biberón de la caja, mostrándole con cierta timidez.

—Estoy embarazado... Es por eso que la marca no se puede hacer...

Ella se paraliza unos segundos antes de lanzarse a abrazarlo y mimarlo, da pequeños brincos completamente eufórica. Izuku la recibe contento, saltando al mismo tiempo mientras lloraba de alegría.

Porque sabía que el bebé, le pertenecía a Shōto, no a la rubia, que lo besaba sin parar y celebraba como si fuera el mejor día de su vida.

Porque oír el tiempo que tenía el bebé, lo tranquilizó.

Después de tanto, finalmente Izuku tenía una sonrisa verdadera, genuina, de felicidad pura.

No estaría con Shōto Todoroki y lo mejor sería olvidarse de él, pero al menos tendría un pequeño regalo suyo, una parte de él, el fruto de su amor muy prohibido.

—¿Cómo les va?— Le pregunta Hizashi, viendo a Izuku a través de la ventana regar el jardín.

—Desde su embarazo empezó a portarse aún mejor— Explica Himiko con una sonrisa —Ese bebé es lo mejor que nos pudo pasar...

—Me parece bien... Lo que me inquieta es el hecho de que no esté marcado aún.

—Eso... Al principio no supe cómo explicarlo, lo hemos intentado muchas veces y nada parecía funcionar... La marca desaparecía a los dias y no sabía qué hacer. Resulta que, al parecer, era porque estaba embarazado. Su glándula omega se enfoca en el crecimiento de nuestro bebé que no atiende correctamente a la marca de mi loba.

Mira al menor por la ventana tomar unas tijeras para podar algunas flores y atarlas en un pequeño ramo.

—Al menos recapacitó... Me alegra saber que no te está trayendo problemas.

—Se porta muy bien, su comida es deliciosa, la casa se mantiene impecable, lo premiaré dejando que se ocupe de la decoración de la habitación del bebé.

Hizashi asintió.

—Dile que me fui, no hace falta despedirme, solo vine a asegurarme de que cumpla su trabajo como omega.

—¿No se quedará a cenar?

—Déjalo así— Gruñó saliendo.

Había algo que no le cuadraba. Inko ya estaba embarazada cuando él la marcó. De hecho, estaba embarazada de los gemelos Yō y Yamikumo.

¿Por qué Izuku no podía ser marcado por culpa de un mísero e insignificante feto?

—Gracias por venir a ayudarme, Kacchan.

—Eijirō insistió en venir apenas descubrió tu embarazo— Suspira mientras sigue pintando las paredes de la habitación en un lindo color perla.

Eijirō arma la cuna en una de las esquinas, Izuku se acerca a ayudarlo.

—Izuku-kun, ve por unas bebidas. El trabajo pesado déjanos a nosotros, los alfas— Ordena Himiko con un martillo en mano.

Él acata la orden y se retira.

Katsuki gruñe por la sumisión del peliverde, mas no puede hacer nada. Debe quedarse callado si no quiere ser vetado de la casa de la rubia y por ende, dejar de ver a su mejor amigo.

Eijirō se desanima, otra vez piensan que es un alfa.

—Es increíble, tendré un cachorro, será el niño más precioso del mundo— Sonríe Himiko.

Izuku contaba ya con los cinco meses de gestación, pero todos creían que tenía cuatro, ni siquiera Katsuki sabía que el cachorro que esperaba era de Shōto.

Al ir a hacerse las radiografías, descubrió que se trataba de un niño, por suerte uno muy sano y pequeño, ya que así podría engañar a todos con el tamaño de su pancita.

—Traje sandwiches también— Luego de unos minutos, se asoma Izuku con una bandeja en manos, la cual tiene una jarra de limonada, vasos y un plato con la merienda.

—Buen trabajo, toma asiento— Ella señala el puf de la habitación.

Obedece nuevamente y se pone los auriculares, relajándose a sí mismo y a su bebé, acaricia su vientre con amor.

—Deku, despierta, está listo.

Abre sus ojos verdes y sonríe al ver el espacio en el que está.

La cuna de madera clara yace en el centro sobre una alfombra celeste pastel, la habitación perla tiene cuadros con marcos azules, los muebles o cajones tenían cuentos y peluches en los mismos tonos de azul y celeste.

Había cobijitas amarillas, verdes y celestes pastel dobladas en el armario, fotos enmarcadas de la ecografía y del día de su boda juntas sobre la mesa y una silla colgante en la otra esquina.

Amó la habitación, era tal y como la había imaginado.

—Gracias a todos— Sonríe con lágrimas en los ojos, muy emocionado , desde su embarazo se ha vuelto demasiado sensible—Esta habitación es tuya, bebé— Le habla a su pancita ya notoria, todos se enternecen por la acción.

Cuando Katsuki y Eijirō se van, va a descansar con su esposa.

Ha tenido mucha suerte porque su embarazo era sencillo, las náuseas y mareos no lo atacaban a cada rato, no tenía problemas para ir al baño y tampoco sentía tanto estrés o insomnio como le explicaron que sería.

Pero cuando Himiko se iba a trabajar y se quedaba solo, sentía una profunda melancolía porque seguía sin olvidar al papá de su hijo.

—Eres un buen niño, gracias por no traerle problemas a papá— Acarició su vientre —Te amo...

—Te amamos— Recalcó la rubia, abrazándolo desde atrás —Eres tan bonito, ya queremos que nazcas...

La culpa lo invadió, ella quería a su cachorro genuinamente.

No sabía que te necesitaba. [Tododeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora