12. DESAPARICIÓN INESPERADA

1 0 0
                                    

Soy de esas personas, sí, de esas que creen en el amor a primera vista, de esas que creen que hay un hilo rojo, de las que creen que por mucho que te separen de alguien, al final, el tiempo, os vuelve a reunir. La vida es una prueba constante que te empuja a hacer estupideces, a correr riegos, a tomar decisiones que no son las más acertadas, pero que por alguna razón son las que después te hacen ver que correr ese riesgo, al final, vale la pena. Eso fue lo que me pasó por la mente al salir de la habitación y no encontrarme a Sam. La llamada que recibí después me confirmó que no me había abandonado: su respiración estaba acelerada y no hizo falta que me dijera nada, sabía que se lo habían llevado y que él no había dicho que yo estaba allí para protegerme. Solo lo oí respirar y dos segundos después el maldito teléfono empezó a comunicar: se lo habían quitado. Lo que más me aterraba era que estuviera malherido y que no lo fuera a volver a ver. El miedo se apoderó de mí y me derrumbé, caí al suelo y empecé a llorar sin tener una solución: tal vez debía de desaparecer, esconderme y dejar que todo fluyera, pero yo no era así, no lo iba a abandonar y tenía que buscar una solución, tenía que buscar la manera de encontrarlo y traerlo de vuelta. Tenía que enfrentar a Adam y costase lo que me costase lo iba a conseguir. Era una estúpida e iba a correr ese riego, pero por el amor de mi vida iba a valer la pena. Tuve claro desde el primer día que lo vi en la fábrica que él era el que me perseguiría durante todas mis vidas y el que me había perseguido en las anteriores: era él y tenía que protegerlo como él lo hacía conmigo. Tenía que pensar muy bien lo que iba a hacer y necesitaba ayuda, porque sola no me veía capaz de seguir adelante. No quería molestar a Edurne ni a Nina y por supuesto a mis hermanas no las iba a meter en esto, ya habían hecho bastante. Así que la única persona que entraba en mi mente era Ares. No estaba segura de sí me podría ayudar, pero lo iba a intentar. Él, una vez dijo que siempre estaría ahí, así que en aquel momento era él al que necesitaba a mi lado. Llamé un par de veces, pero me colgaba, así que supuse que estaba ocupado. Mi desespero era monumental y la ansiedad que empezaba a sentir me ahogaba, me llevaba al límite y empecé a hiperventilar. Cogí una bolsa y aspiré fuerte, después solté el aire y así muchas veces, pero no lograba tranquilizarme. Fui a la cocina y me preparé una infusión de valeriana como mi hermana Úrsula me había enseñado. No tenía mis pastillas, esas que en ese maldito momento me hubieran venido muy bien, así que me tuve que conformar con la infusión. Me senté en el sofá y me puse música relajante, aunque relajarme era imposible cuando tenía en mi mente todo lo que podrían hacerle a Sam. Me había prometido que nos íbamos a marchar lejos para que nadie nos encontrara, pero ni siquiera lo habíamos podido intentar. Mi teléfono empezó a sonar y lo cogí de inmediato.

— Hola, preciosa. ¿Cómo estás? - esa voz me rompió por la mitad, porque debido a mis nervios ni siquiera miré la pantalla para ver quien era y esa voz me hizo temblar.

— ¿Dónde está Sam? - mi voz temblaba y apenas pude decirlo en un susurro.

— Oh, no te preocupes, a tu querido hombretón lo tengo ocupado con cierta señorita al lado. Pero no te llamaba para que me preguntes por él, si no para que me digas cuando nos podemos ver, querida. - No me preocupaba el hecho de que estuviera con Atenea, sé que él nunca se acercaría a ella de esa manera a menos que lo obligarán, además, él ya me lo había dejado claro. Me preocupaba más que los estuvieran torturando u obligando a hacer cosas que no quisieran. - necesito que nos veamos, preciosa. Tengo asuntos pendientes contigo que quiero resolver cuanto antes. - dijo soltando una risa de esas que te erizan la piel.

— ¿Me prometes que si nos vemos lo dejarás en paz? Estoy dispuesta a cambiarme por él.

— Me vas a hacer llorar preciosa y créeme que es muy tentador, Samuel y yo tenemos otros asuntillos que terminar. Pero te prometo que en cuanto los terminemos será libre. Tampoco te prometo que lo reconozcas en cuanto lo veas, pero será él, no te preocupes.

EL EMBRUJO DE SELENE II : HECHIZADOS POR UN SOLO CORAZÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora