4. REENCUENTROS DESAFORTUNADOS

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Por la mañana, entró Aria a mi habitación sin esperármelo, a decirme que habían llegado unos conocidos de su chico de visita a Ámsterdam y quería que Ares y yo la acompañásemos junto a su novio y cenáramos con ellos. No tenía ningunas ganas, pero como no tenía nada que hacer y le había prometido a Ares que lo ayudaría con ella, pues decidí ir, total para quedarme llorando por ese tipo del cual no quería ni pronunciar su nombre, iba y me divertía un poco. No le mencioné nada, ni ella a mí tampoco, pero se notaba en su voz un punto de celos, o no sé cómo explicarlo, el caso es que, la noté fría conmigo, pero no se lo tuve en cuenta, era normal que se sintiera así. Decidí dejarlo estar y me puse a mirar que me ponía para la cena, porque no sabía qué ponerme para esa ocasión y, al final, opté por un vestido amarillo con margaritas y con fruncido delantero con manga farol que era muy bonito y muy fresquito; hacía mucho calor y tampoco quería ir muy arreglada, además, no era nada formal que digamos. Me calcé unas sandalias romanas de un color marrón anaranjado y dejé que mi pelo quedara suelto, nada más; no me maquillé, hacía calor y mis mejillas estaban igual de sonrosadas, solo me puse mi pintalabios preferido y bajé al salón lista para salir. Esa noche quería divertirme y Aria me había dicho que seguramente después saldríamos a bailar. Me sentía un poco mal todavía porque ver a Samuel después de tanto tiempo había sido toda una tortura, pero no pensaba decaer, no, no lo iba a hacer ya que a él tampoco le había importado liarse con Atenea después de todo lo que pasó.

Llegamos al restaurante a eso de las diez de la noche, nos sentamos en una mesa redonda y esperamos a que los amigos de Aria llegaran, pero mi cuerpo entró en tensión cuando los vi entrar. No me lo podía creer: Adam, Atenea y Samuel entraban por la puerta y se dirigían hasta nuestra mesa; la silla de mi lado estaba vacía y me temía que alguien se iba a sentar ahí. No me equivoqué, Samuel se le adelantó a Adam que venía directo hacia mí y se sentó a mi lado; me puse bastante incómoda, pero a la vez sentí un hormigueo en el estómago que me hizo estremecer al sentir otra vez ese olor tan particular que me elevaba más allá del odio que pudiera sentir. Estaba guapísimo con esos pantalones vaqueros y ese polo de color caqui: le quedaba tan bien que sentí como se me secaba la boca. Ares, a mi izquierda, se tensó también, pude notarlo y me puse más nerviosa de lo que debía. Aquella sensación que tanto tiempo había querido no volver a sentir había vuelto y con ella, esas malditas burbujitas en el estómago cargadas de un sentimiento que me jodía mucho volver a sentir. Me hizo mucho daño y mi cuerpo no tenía por qué jugarme aquella pasada.

- Buenas noches, Selene - se acercó a mi oído y yo cerré los ojos con fuerza antes de responderle.

Su aliento me hizo cosquillas en el cuello, en ese punto tan sumamente erótico, ahí donde empezaba la electricidad antes del calor que después venía con esas ganas de que me besara en ese punto. Hice una pausa, lo miré de reojo y vi que estaba más cerca de mí de lo que yo hubiera querido, suspiré y respondí como pude.

- Buenas noches, señor Antonelli. - su sonrisa retumbó en mi oído.

Observé que Adam y Atenea se sentaban enfrente de mí y saludaban con entusiasmo a Eric y a Aria. No podía creer que el novio de Aria fuera tan estúpido de codearse con esa gente. Dejé a un lado a Samuel y me centré en el hombre que empezaba a hablarme.

- Buenas noches, Selene - saludó Adam mientras Atenea no quitaba la vista de Samuel, quien tampoco dejaba de observarme. Su sonrisa fue maquiavélica y muy escalofriante, tanto fue así que me provocó arcadas y tuve que apartar la vista de inmediato.

Ares, me miraba con complicidad y con su mirada, me transmitió seguridad. Su mano se deslizó por debajo de la mesa para encontrar la mía. Quería darme tranquilidad, pero en aquel momento yo solo sentía una tensión que no podía disimular.

- No sabía que conocieras a Aria y a Eric - dije observándolo con detenimiento.

- ¿Vosotros os conocéis de algo? - preguntó el iluso de Eric.

EL EMBRUJO DE SELENE II : HECHIZADOS POR UN SOLO CORAZÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora