25. LAS CONTRACCIONES MÁS HERMOSAS

1 0 0
                                    

— Selene, ¿seguro que puedes ir así? - me preguntó Sabrina preocupada.

Había empezado a tener contracciones, pues estaba casi en el noveno mes de embarazo y ya empezaba a sentirme cansada y con algunos dolores. El doctor me había dicho que era normal y que en aquel momento el bebé ya estaba preparándose para para salir. No sabíamos el sexo porque al final decidimos que queríamos que fuera una sorpresa. Pero aquella noche era la inauguración del hotel y del restaurante y no me sentía nada bien. Todos estos meses habían sido una locura: habíamos hecho muchas reformas y aunque yo estuviera de baja por el embarazo había estado igual de ocupada. Además, ayudaba a Samuel en su recuperación y había sido agotador: reconfortante por ver como habíamos evolucionado, pero agotador. No había sido fácil y en alguna ocasión, lo vi decaer, pero lo ayudé y le sostuve la mano para que no cayera. Se había convertido en una persona diferente, en un hombre que merecía toda mi atención, en un hombre maravilloso y con un gran potencial. Se había esforzado al máximo en recuperar la mansión y todas las acciones que perdió en Nueva York; se había implicado al máximo en las reformas de la mansión y había estado ocupado ayudando a mi padre en la granja. Decía que lo ayudaba a no pensar y a despejar la mente de todas las cosas malas que le habían pasado. Yo había pasado un periodo bastante malo, con pesadillas sobre mi familia y sobre él, pero estaban empezando a amainar poco a poco y ahora solo soñaba con un bebé hermoso que mi madre y mi abuela observaban desde la distancia. Habíamos empezado a construir una relación bonita y sana en la que éramos una pareja normal. Las cenas y los bailes los teníamos muy a menudo, pero ya no como antes, ahora estaba muy pesada y ya me costaba andar. Mis pies estaban bastante hinchados y no estaba nada cómoda.

— Si, no te preocupes; además ¿cómo no voy a asistir? —Le respondí a Sabrina que me miraba preocupada. - Pero no estoy nada cómoda con este vestido. Mírame parezco una bombona.

— Que exagerada eres - masculló Sabrina mientras cogía un vaso de agua y daba sorbos pequeños para no estropearse el pintalabios.

— Estás preciosa – me susurró Sam al oído cuando pasó por mi lado.

— Claro, eso lo decís porque no tenéis que cargar con tanto peso, ni tenéis los pies hinchados, ni tenéis hambre a todas horas, ni os vais durmiendo por los rincones, por no mencionar que tengo que mear cada diez minutos ¡buff es exasperante!

— Cariño, aun así, estás preciosa. Y muy, muy apetecible y si no fuera porque está tu hermana presente y porque tú no quieres, ahora mismito te quitaba ese vestido y te comía enterita, además, dice el ginecólogo que tener sexo en el último mes, ayuda con el parto.

— Pues tú también estás apetecible con ese traje y ya veo que estás muy bien informado – Sam levantó los hombros y yo me acerqué a él y lo besé suavemente.

— Por favor, si vais a hacer algo, meteos en una habitación, no lo hagáis delante de mí: es asqueroso. - Espetó Sabrina saliendo del salón.

Me gustaba el nuevo Samuel: era más atento, más cariñoso y lo que más me gustaba es que me acariciaba todo el rato y parecía un oso amoroso, abrazándome sin parar.

Dicen que el tiempo lo cura todo y que al final las decisiones que has tomado a lo largo de ese tiempo te dan la razón o te la quitan. En todo caso, cometer errores nos enseña a que no puede haber segundas veces, y si las hay, al menos, que no sean tan estúpidas como las primeras. Yo sé que a lo largo de esta vida cometí muchos errores: uno de ellos fue no intentar encontrar a mi madre y el otro, dejar que Samuel huyera cuando más lo necesité. Fue un error no ir a buscarlo y arreglar las cosas, pero a veces el orgullo puede más que lo que sientes y te hace tomar esas decisiones tan estúpidas. Samuel, también tomó muchas decisiones erróneas, pero al final supo entender que su sitio era estar a mi lado y que si seguía por el camino equivocado le haría perder todo lo que tenía, y no hablo de dinero ni posesiones, sino de amor: el amor que nunca había tenido y que lo encontró a mi lado.

EL EMBRUJO DE SELENE II : HECHIZADOS POR UN SOLO CORAZÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora