27. EL DÍA MÁS TRISTE

1 0 0
                                    

¡Por dios, cuanto dolor! Aquellos momentos fueron demasiado duros para mí y hasta que no me pusieron la epidural, literalmente vi las estrellas. Sam estaba nervioso y se notaba que estaba sufriendo al verme así, pero no podía hacer nada, solo esperar. Después, al ponerme la epidural, mi estado de ánimo cambio en un segundo: quería levantarme y andar, o bailar, o no sé... solo sé que necesitaba estar viva y necesitaba más que nunca ver a mi bebé. Cuando entramos en la sala de partos me puse nerviosa, iba a conocer al amor de mi vida y no quería que nada saliera mal. Sam me cogía de la mano mientras con cada empujón se me iba el alma en ello, pero yo empujaba cada vez más fuerte y es que las ganas de ver a ese bebé podían más que el poco dolor que pudiera sentir. Al fin y después de tanto sufrimiento mi bebé vio por primera vez la luz, una luz que iluminó lo hermoso que era: sí, era un varón y pesó tres kilos ocho cientos gramos.

Quien me iba a decir que después de pasarlo tan mal con mi primer embarazo, iba a estar dando a luz. Con las pruebas que nos puso la vida a Sam y a mí, después de tanto sufrimiento y tanta decepción, al fin estábamos juntos y teníamos a nuestro hijo en brazos. El olor de su cuerpecito era embriagador y su manita se aferraba a mi dedo con una fuerza increíble. Para lo xiquitito que era, tenía una fuerza que me sorprendió. Se parecía a Sam: era morenito y tan guapo que no podía dejar de mirarlo.

Sin esperarlo, sin pensarlo y sin imaginarlo Paolo fue como una bocanada de aire fresco para nuestra relación. Sam había sido sin duda hecho para ser el mejor papá del mundo y eso se veía porque lo miraba de una manera que nunca había visto. Esa mirada cómplice de un padre que está enamorado de su bebé, un amor incondicional y para toda la vida.

Los días y los meses desde que tuve a Paolo fueron demasiado felices, demasiado placenteros y demasiado tranquilos. No es que no me gustara esa tranquilidad, a mí me encantaba disfrutar de esa paz con mi familia. Sam había apartado un poco el negocio de la sidra y se dedicaba más al hotel y al restaurante: pasaba los días allí organizando todo para que nunca faltase de nada y el champán y la sidra solo se distribuía a los clientes más importantes. Habíamos vendido parte de los campos de manzana y habíamos invertido mucho más en el hotel. Habíamos construido una zona de descanso con piscina, hamacas y varias pistas de tenis y pádel. El negocio nos iba bien, y aunque Sam trabajaba todo el día y yo pasaba parte de él también en la clínica, Paolo estaba más que bien cuidado. Linda, era toda una abuela y estaba super feliz junto a mi padre cuidando de él mientras nosotros trabajábamos. En fin, que teníamos todo lo que habíamos anhelado tanto tiempo atrás.

Una mañana antes de ir a la clínica dejé a Paolo con Linda y pasé por el centro comercial, necesitaba varias cosas para casa y a veces terminaba tarde de trabajar y no tenía muchas ganas de hacer la compra. Me había reducido la jornada a cuatro horas así que solo iba de once a tres del mediodía y luego pasaba por el hotel y el restaurante y ayudaba un poco en todo lo que podía. Sam y yo, aunque fuéramos los dueños de aquello nos gustaba ayudar en lo que podíamos a nuestros trabajadores. Al entrar en la perfumería me encontré con una chica morena, más o menos de mi edad que me miraba fijamente. Yo seguí mi camino y entré en la tienda a comprar el maquillaje que me hacía falta y la colonia preferida de Sam porque no le quedaba mucha. La chica me siguió hasta dentro y como vi que me seguía me paré en seco y la enfrenté.

— Disculpa ¿te conozco? - le pregunté sin levantar la voz, solo quería saber que quería de mí.

— No, no me conoces, pero yo a ti sí. - dijo descaradamente.

— ¿Querías algo? - pregunté porque seguía mirándome fijamente.

— Quiero hablar contigo, es importante.

— Ya, pero no te conozco y tampoco tengo tiempo – me di la vuelta y me marché de allí, pero ella me siguió.

— No tienes por qué seguirme, llamaré a seguridad o a la policía como no dejes de hacerlo.

EL EMBRUJO DE SELENE II : HECHIZADOS POR UN SOLO CORAZÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora