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Escucho el timbre y mis nervios se disparan. Tomo aire y me dirijo a la puerta, abro y Jungkook está frente a ella con unos pantalones de mezclilla, una camisa negra y chamarra de mezclilla, en la mano tiene una bolsa.

-Buenos días Jimin ¿Ya desayunaste?

-Buenos días, no, no lo he hecho. El bebé se acaba de ir.

-Vine a verte a ti.

Abro espacio para que Jungkook pase, se acerca a mí y me besa los labios, con un beso corto, pero no fugaz, cierro los ojos, solo que cuando se separa de mí, no puedo abrir los ojos, hasta que me dice al oído.

-Todo está bien Jimin, vamos a desayunar.

Abro los ojos y veo a Jungkook acercarse a la cocina, después de que deja su chamarra en la silla del comedor y se arremanga las mangas de la camisa, se lava las manos, después busca unas cacerolas para calentar lo que trajo.

-Lo traje desde Seúl, aquí no conozco los lugares, y preferí traerte algo que sé que te gusta, lo calentaré. ¿Dormiste bien?

-... Sí, he descansado mejor que en siete meses.

Se gira a verme y me sonríe.

-Me alegra escuchar eso.

Se vuelve a girar para seguir calentando lo que desayunaremos, lo observo y veo que se desenvuelve bastante bien la cocina.

- ¿Desde cuando eres tan diestro en la cocina?

-... hace poco...

No insisto más, se ve que es algo de lo que no quiere hablar, Tae me dio una pomada muy buena para curar las primeras quemadas que me di recién llegué, supongo que Jungkook ha pasado por lo mismo, tampoco es un tema del cual quiera hablar.

Sirvo café y pongo un poco de leche en la mesa, acomodo las servilletas, y paso los platos para que Jungkook solo deje la cacerola caliente, después de unos minutos nos sentamos a desayunar.

-Mmm esto está riquísimo, sigue sabiendo igual, ¿Lo compraste en el puesto junto al parque del planetario?

-Sí, ahí siempre fue tu preferido, ayer le dije a la señora que lo necesitaba temprano, ella aún nos recuerda, así que hoy lo recogí temprano... ella sigue siendo muy amable.

-Sí... ella era amable...

Seguimos comiendo, hablar de nuestros recuerdos como si fueran perfectos me alegraban, solo que duele saber que solo son eso, recuerdos, cosas que no volveremos a vivir.

-Si quieres... algún podremos volver ahí y comerlo caliente, desde el mismo plato... solo si quieres, un día que vayas a ver a tu mami o a mis padres, si es que no quieres ir conmigo... está bien.

-... supongo que la compañía y el lugar es lo que lo hacían especial... no lo sé.

-Sí, también lo creo.

Ya no dijimos nada, después de desayunar levantamos la mesa y me puse a lavar los trastes, en lo que él limpiaba la mesa.

-Olvidé algo en el coche, voy por él.

Salió sin cerrar la puerta de la casa, terminé de lavar los trastes, cuando salí de la cocina para verlo, puso frente a mí y a lo alto un juguete, era un móvil.

- ¿Se lo ponemos en la cuna?

-Sí.

Dije emocionado, lo seguí a la recámara, es un móvil con lunas, estrellas y nubes, es muy bonito, en tonos azules, blancos y grises. Cuando armé la cuna, me sobraba un palo de madera en forma de escuadra y una mariposa metálica, hasta que entendí que era para sujetar algún móvil.

Seamos InfinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora