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Mi horario sigue igual, por un tiempo cobro en caja y más tarde, canto, siento que cada vez en el horario de viernes y sábado la gente se aglomera más, aunque es un pequeño restaurante, el ambiente es tranquilo, las luces de tarde son amarillas, dándole un ambiente cálido, el escenario es el único alumbrado, pero también es tenue, las canciones ahora todas son baladas, antes de que Jungkook estuviera conmigo, la nostalgia hacía que la interpretación fuera más profunda, sigo sintiendo la tristeza en cada letra, solo que ahora me duele menos.

Salgo cerca de la una, estoy tranquilo de que Jungkook sea quien cuide a mi hijo hoy, si fuera Misha, sé que estaría de los nervios por regresar a casa y que su esposo no estaría nada contento, regreso como cada día caminando, solo que al escuchar su voz me pongo nervioso, pero no dejo de caminar.

-Necesitamos hablar. –Me dice Sung.

-No tengo nada que hablar contigo, las cosas están claras.

-No quiero que estés con él.

-No me interesa lo que quieras, ya te dije que son mis asuntos y no tienes por qué intervenir.

- ¿Acaso no fue suficiente el daño que te hizo?

Sung me detiene al jalarme del brazo para que le preste atención, de un jalón alejo su mano de la mía.

-Es el padre de mi hijo, no te tengo por qué dar explicaciones de nada, nuestra amistad ha terminado, así que, déjame en paz.

Me giro y vuelvo mi camino a casa, solo que un poco más deprisa sin necesidad de correr, tengo miedo, pero no tengo que demostrarlo.

-Jimin, solo quiero lo mejor para ti, no puedes simplemente ignorar lo que el idiota hizo, te quiso quitar a tu hijo, metió abogado y todo para dañarte ¿Acaso no recuerdas el llanto de tu hijo al ser separado de ti? ¿De verdad crees que solo te quiere a ti? No, él quiere estar con su hijo y no le queda de otra que estar contigo.

Y es entonces que me detengo, sí, por supuesto que lo recuerdo, pero Jungkook quiere cambiar, él quiere estar con nosotros no solo con mi hijo. No es necesario que me gire para verlo, Sung me ha alcanzado y se ha puesto frente a mí.

-Es la última vez que te lo digo Sung, no te metas, si voy a cometer errores, serán míos, cosa que a ti no te afectan, así que hazme el puto favor de alejarte de mí.

Es la primera vez que digo una palabrota, pero creo que solo así entenderá. Quiero esquivarlo y seguir caminando, pero me toma de la camisa y me zarandea.

- ¡Que no entiendes que solo te hará daño! ¡Que solo va a jugar contigo, una vez que tenga toda tu confianza, alejará a tu hijo de ti! ¿¡Eso es lo que quieres!?

- ¡Me estás lastimando! ¡Suéltame!

Un dolor en el estómago, hacen que me doble, Sung me ha golpeado en el estómago con la rodilla, no me ha soltado, vuelve a levantarme y me da un segundo rodillazo, esta vez me suelta y caigo al piso, el asfalto raspa mi codo, casi no puedo respirar, tengo náuseas por el reflejo del golpe, se pone a horcadas sobre mí y me abofetea dos veces.

No solo estoy impactado por el dolor y los golpes, sino porque jamás creí que Sung fuera así de violento. Lo veo entre mis lágrimas sin creerlo, el dolor, el coraje e impotencia se ven reflejados en mi rostro.

-Querrás que todo mundo te apoye, que todo mundo salga a buscar a tu hijo cuando ese imbécil te lo quite y nadie te ayudará y te lo habrás ganado por idiota.

Sung se levanta y escupe al asfalto cerca de mí y se va, yo sigo intentando controlar mi respiración, las náuseas y el dolor en el estómago, después de un tiempo, me levanto, sujetando mi estómago que sigue doliéndome, llego a mi casa y me siento en el pequeño escalón que hay al entrar. No tengo el valor de tocar a la puerta.

Seamos InfinitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora