BORED {One piece}

17. De tranquilidad

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Para su mala suerte, Marco fue despertado por su cotidiana alarma por la mañana. Con todo el ajetreo de anoche olvidó desactivarla. Al menos aquello le dio la idea de llamar por teléfono a Deuce y decirle que Dai no asistiría aquel día a clases.

Por suerte su hijo siguió dormido como roca a un lado suyo en la misma posición que anoche. Pocas veces se movía para acomodarse, Marco suponía que era porque ya sabía la mejor posición para dormir cómodo o porque realmente sólo quería dormir y podía hacerlo en cualquier lado. Cualquiera que fuera la causa, agradeció no tener que convencerlo de volver a dormir.

Durmió por al menos otra hora y media más, siendo despertado por Dai, quién lo movía por las costillas y cuando lo miro vio preocupación en sus ojitos azules.

—Papá, ya es tarde y no fuimos a la escuela. ¿Qué hago? —le preguntó angustiado.

Marco se limito a abrazarlo y volverlo a acostar junto a él.

—Está bien, decidí que tomaremos un día libre. Iremos a comer y a pasear el día de hoy, ¿qué te parece?

El doctor trato de explicar la situación de la mejor manera posible para evitar que Dai se sintiera culpable por no ir a clase, contando que fue su idea en primer lugar.

Dai sonrió mientras se acurrucaba en el abrazo de su papá, disfrutando la calidez que sentía.

—Bueno —aceptó Dai—. Pero ya tengo hambre, ¿vamos a desayunar?

—Claro-yoi. Seguro Thath nos dejó comida.

Marco no se preocupo en verse presentable, bajo en pijama con Dai recargado en su espalda.

Al entrar al comedor su padre leía el periódico mientras bebía té. Cuando notó la presencia de su primer hijo y su primer nieto se sorprendió. El más pequeño le explicó que estaban tendiendo un día libre.

Newgate pensó que podría colarse al día libre de Marco y Dai si eso hacía que su nieto le volviera a tener preferencia a él en lugar de Roger.

Aunque lo que más extraño le pareció fue la expresión preocupada y estresada de Marco, casi igual que otros dos de sus hijos.

—¿Qué estás leyendo, abuelo? —le preguntó Dai en cuando Marco lo dejo sentado al lado de su padre mientras iba a buscar el desayuno a la cocina.

—Hay una noticia muy rara, ya sabes; escándalos juveniles y romances.

—¿Romances? —le preguntó con inocencia.

—Parejas, novios y novias, ese tipo de cosas —se limitó a explicar. Pero antes de retomar su lectura, agregó—: cosas de mayores, Dai. Tú no puedes tener pareja hasta que tengas cuarenta como tú padre.

El menor asintió con la cabeza.

—Es lo que me dijo el tío Thatch la semana pasada, dijo que no podía besar a nadie hasta que tuviera la edad de mi papá.

—En eso tiene razón, pero ¿por qué dijo eso?

—Porque papá quiere besar a Ace, entonces yo tengo que cuidar a Ace porque él todavía no tiene cuarenta, abuelo.

El mayor lanzó una carcajada que llamo la atención de su hijo, Marco entraba al comedor con un par de platos con fruta picada.

—¿Qué es tan divertido-yoi?

—Nada, nada. Cosas de abuelos y nietos —contestó Newgate, sonriendo para evitar que su hijo cuestionara más.

Marco lo dejo pasar, regreso a la cocina y al volver traía consigo dos vasos de jugo y unas rebanadas de pan con mermelada.