2. De decisiones

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Marco no podía lamentarse, tampoco podía quejarse y mucho menos relajarse.

¿Por qué?

Porque no tenía mucho tiempo.

Si bien en un inicio la paternidad le fue mucho más fácil gracias a la ayuda de su padre y de sus hermanos, ahora con el reciente ingreso al prescolar de Dai sus horarios se complican cada vez más.

Levantarse, cepillar sus dientes, levantar a su hijo, ayudarle a Dai a cepillar sus dientes, motivarlo para que empiece el día con la mejor actitud, hacer el desayuno mientras Dai intenta colocarse el uniforme (aunque al final no puede y Marco termina ayudándole, pero sigue creyendo que si en vez de decirle «NO» a Dai y mejor un «PODRÁS HACERLO ESTÁ VEZ», las cosas sucederán eventualmente), el almuerzo de su pequeño.

Sí, su vida ahora parece girar alrededor de Dai, no sé queja de eso, sino de que el día no tiene suficientes horas para todo lo que tiene que hacer.

Llevar a Dai a la escuela, soportar el dolor de apartarse de su bebé (porque Marco aún lo consideraba así), ir al hospital, preocuparse por su hijo, atender pacientes, el estrés del trabajo.

No cree poder seguir pensando en una lista que apenas va al medio día. Así que ahora lo que hace es conducir hacia la casa de su padre, con Dai durmiendo en la sillita especial para coches, y música de cuna.

Incluso Marco a tenido que verse en la obligación de disfrutar música como esa sin que le gane el sueño.

Dai se despierta pocos minutos antes de llegar, pero como muchas otras veces: éste se queda callado.

Algo que vuelve a preocupar a Marco. Dai es un niño dulce y tierno, demasiado tranquilo y callado. Cosa que le preocupa, es un niño de apenas cuatro años que debería estar activo a todas horas, exigiendo atención todo el tiempo, buscando diversión. Pero su bebé no parece seguir aquel patrón de comportamiento que siguen muchos otros niños, Marco ha negado algún Déficit de atención, pero al no ser un profesional en el área psiquiátrica no puede confirmarlo.

—Papá, tengo hambre —le dice el niño, tallando sus ojitos con sus manos.

—Pronto llegaremos con tu abuelo, ¿crees poder esperar-yoi?

El niño asiente sin poner mucha objeción.

Dai era conciente de una cosa, su padre era un hombre muy ocupado, tenía un trabajo genial, salvaba vidas, y también lo cuidaba.

Pero siempre estaba ocupado, le daba atención, pero no era la única cosa importante en la vida de su padre.

Así que trataba de no generar muchas molestias, sino jugaba brusco evitaba lastimarse, si comía sano su padre no se preocuparía de que volviera a enfrentar, si usaba sus juguetes con cuidado podía evitar hacer un desorden.

Sus buenos hábitos como el orden, el respeto, la paciencia y el silencio los aprendió de su padre, porque quería ser como él cuando fuera grande, y para eso tenía que empezar a aprender.

Marco tomo en brazos a su hijo, cargándolo hasta la puerta de madera para tocar el timbre. Le gustaba mantenerlo en brazos, desde que era un bebé supo que Dai se sentía más seguro estando cerca de él. Y desafortunadamente hoy ya le había ocasionado una mala experiencia al llegar tarde a recogerlo.

BORED {One piece}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora