LOGAN
Soy el idiota número uno del mundo y ya tengo el puesto fijo, maldito mi orgullo y también mi mala forma de “resolver”. Sé que me porté mal y no quiero minimizar lo que hice porque la verdad estuvo pésimo de mi parte y no he podido concentrarme porque mi conciencia se encarga de recordármelo a cada rato.
—¿Vives en las estrellas? —miro a Aiden con la ceja alzada.
—No, ¿por qué?
—Amigo te notas muy distraído —suelto un suspiro y dejo la guitarra.
—Lo sé, es que no puedo olvidarme de lo que hice.
—Cuando mentiste y lastimaste a un chico que no tenía la idea de tu existencia.
Se escucha peor cuando lo escucho en voz alta.
—Sé que estuve mal, pero no me lo recuerdes.
Bajo del escenario frustrado, desde la tarde grabamos algunos covers, pero más que canciones era yo sonando horrible y repitiendo las tomas una y otra vez.
—Si sabes que estuviste mal ¿por qué no te disculpas?
Eso fue lo mismo que me dijo el chico cuando subía al autobús, porque si, esperé todo el tiempo a que saliera de clases, pero como no lo vi casi me doy por vencido y luego de esperar horas lo veo saliendo del gimnasio y dirigiéndose a los casilleros, quise de verdad acercarme y explicarle la situación, pero fui un cobarde y mejor lo seguí.
Se sentó en la parada y aproveché la situación para acercarme con el buzo puesto sin que viera mi cara ya que sentía que era muy capaz de golpearme y no lo juzgo, me senté con mucho temor y nervios; jamás me había visto en una situación como esta. Pero él fue tan pacífico y calmado que los temores que tenía se me fueron, él se subió al autobús y ya era muy tarde se había ido.
—No voy a dejar que mi conciencia me moleste —me siento en la barra y Aiden me sigue.
—Como tu mejor amigo, no estoy de acuerdo contigo —me palmea la espalda.
¡Oh vamos! Ni que fuera para tanto.
—Aiden, no ayudas —él alza las manos en rendición.
—Solo te recuerdo que según lo que me dijiste ese chico es tu única salvación y lo dejaste ir —afirma.
—A veces odio que seas tan sincero.
Puedo hacerlo y no lo necesito, me voy a demostrar que sí puedo.
—No lo necesito puedo solucionarlo.
Tengo hasta septiembre y no voy a perder mi objetivo por algo innecesario.
Acéptalo, no puedes.
¿Quién te dio permiso de hablar?Tú mismo por idiota.
Ruedo los ojos y me levanto de la barra.
—Vamos a terminar de grabar, tengo que comprar unas flores para la cena de mi mamá con sus amigas.
—¿Qué ella no había dejado ya las cenas?
Mi madre tiene una “tradición” que consiste que todos los martes siempre sus amigas llegan y presumen sobre los logros de sus hijos y de ellas, y es tedioso ver a un par de señores en la casa hablando de uno como si nada y mamá siguiéndoles la corriente para encajar con ellas.
—Sí, el martes pasado fue horrible —me da escalofríos y me subo de nuevo al escenario.
—Dile que me guarde pastel —dice Aiden agarrando la cámara.
—Siempre te guarda —Aiden sonríe y se quita una lágrima imaginaria del rostro.
—Amo los pasteles de tu mamá.
Me río y empezamos de nuevo con las tomas.
Terminamos con los ensayos y salgo de la cafetería en busca de las dichosas flores, camino por un buen rato y veo una linda floristería con un gran letrero y flores hermosas afuera que llaman mi atención. Me acerco y la señora que se encuentra afuera regando las flores me ve y la miro con una sonrisa.
—Buenas tardes, necesito ayuda con un ramo —ella me devuelve la sonrisa con ternura.
—Pero qué chico más lindo y detallista, claro que te puedo ayudar —me toma de las manos y me hace entrar a la tienda.
El lugar es muy bonito y lo más agradable es el olor que tiene. La señora me suelta las manos y me deja enfrente del mostrador.
—Llegaste en un buen momento, las flores están muy bonitas —me guiña el ojo y camina a la parte de atrás.
Niego con la cabeza y coloco mi brazo en el mostrador, nunca había visto una floristería por dentro y en verdad que son muy relucientes y frescas, además la señora es agradable, escucho unos pasos y voces por donde la señora se había ido.
—Ma ¿Por qué tengo que encargarme? —se queja la voz de un chico.
—Tienes que mostrar una sonrisa, el chico es muy amigable y no necesita ver tu cara amargada.
—Es la única cara que me cargo —dice.
Me río bajo y la señora sale con la misma sonrisa.
—Perdón por hacerte esperar, los ramos los sabe hacer mi hijo y él es algo… testarudo —me susurra.
—Te estoy oyendo, ¿sabes? —el chico sale y no puede ser verdad.
Mis ojos se abren, ahora mismo estoy viendo al chico de la escuela con el ceño fruncido y se nota que en verdad no le agrado. Se acerca al mostrador con rosas y las deja puestas en agua.
—Ma ¿en serio tengo que hacer esto? —él evita verme y su voz suena molesta.
—Es tu trabajo —le dice para salir de nuevo y dejarnos solos.
Veo que cierra los ojos y se sienta en la silla enfrente de mí sin decir nada solo nos separa la mesa, nunca había estado tan nervioso y eso que los nervios no es algo mío. El chico saca un papel decorativo y con agilidad lo envuelve en una cesta y lo amarra con un lazo dorado.
Es muy bueno ¿hay algo que no sepa hacer? Termina de hacer el lazo y en ningún momento me mira o dice algo y el silencio es incómodo, carraspeo luchando con el nudo de mi garganta.
¿Cómo te disculpas sin parecer un extraño?
—Yo… —alzo la cabeza y el chico por fin me mira con sus ojos juzgadores y la valentía que intente desaparece.
Él bufa con diversión y baja la cabeza de nuevo, pone las rosas despacio para terminar con pequeños girasoles alrededor se ven muy lindas, me pone el ramo enfrente y lo tomo.
—¿Cuánto es? —digo con calma.
—Como le caíste bien a mi madre me dijo que no te lo cobrará y que lo tomes como un regalo de parte de ella —dice sin emoción.
Si es su madre, en verdad no se parecen; ella es toda risas y él parece todo lo contrario. Me toma por sorpresa y le sonrío.
—Dile a tu madre que muchas gracias —me doy la vuelta, pero no soy capaz de irme así otra vez y tengo que hacerlo.
Me paro de nuevo enfrente de él y me mira sorprendido.
—Te lo tengo que decir, no puedo evitarlo más —guardo silencio y suelto suspiro.
—Lo lamento, lamento lo que dije y como me comporte, yo no soy esa persona que te dijo esas cosas —lo miro a los ojos que no me dicen nada y continuo —. Sé que no son las mejores disculpas, pero son de corazón —repito la misma palabra que me dijo antes de subirse al autobús.
El silencio sigue y juego con mis dedos esperando su respuesta hasta que él suelta un suspiro y me mira.
—En verdad que no me interesa si en verdad eres así o no —se detiene y pone sus manos en el mostrador —. Si eres capaz de disculparte es suficiente, pero no quiero saber nada más de ti y que mi nombre no esté involucrado contigo —su tono es decidido que me deja sin palabras.
Parece que ya está decidido y no puedo cambiar nada.
—Lo entiendo y perdón de nuevo por todo lo que ocasione —digo por última vez dándole la espalda.
Eres un idiota Logan si hubieras actuando diferente nada hubiera pasado, ¿por qué me molesta tanto?
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Notas del Corazón
أدب المراهقينMateo Morgan no entendía como todo se volvió un desastre, si hace una semana le hubieran avisado con antelación todo lo que iba a suceder él sin pensarlo dos veces tomaría otro camino. Todo es un desastre. Logan Adams estaba en las mismas, convivi...