Capítulo 26: Romeo y Julieta 2.0

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LOGAN

Compartir cuarto con Mateo es una cosa de locos, las reglas que tiene son tan bobas que me estresa no discutir con él, porque se que si lo hago no me lo tomo enserio por tener que verlo a los ojos y dar a flote mi debilidad por ellos. Parezco un niño tratando de enfadarme, y es que siempre lo he admitido, mi orgullo se apaga cuando se trata de él y no se si tomarlo como algo bueno o catastrofico. Aunque... todo haya sido un plan para que me quedara con Mateo, si no fuera por Aiden y Emily estaría con Samuel de tercer año peleando por una cama.

Es divertido ver como duerme, las muecas que pone al cepillarse los dientes y lo ordenado que puede llegar a ser, y lo mejor de toda esta experiencia...es que puedo estar con él y nada me hace más feliz que verlo todos los días.

Me regocija tenerlo cerca y a la vez es doloroso sentirlo lejos.

Este segundo día tendra muchas sorpresas, empezando por ahora. El sonido de una alarma de un gallo estremece mis pobre oídos que tomo la almohada que tenía entre mis piernas y me tapo la cara ahogando un grito en ella, a quien carajos le gusta despertar con ese odioso ruido.

—Despierta bello durmiente, hoy tenemos excursión.

Maldita excursión. 

Me quito la almohada y me siento en la cama alborotando mi cabello, Mateo guarda sus cosas en la mochila y veo que ya se encuentra listo por lo emocionado que se ve, bostezo estirando los brazos y de repente me asusto por el grito espontáneo de Mateo.

—¿Ahora qué te pasa?—exclamo sin entender.

Mateo se sonroja y se da la vuelta, pestañeo incredulo por su acción y todavia sin entender. Parece que hoy desperto más raro de lo normal. Me levanto de la cama y me cruzo de brazos.

No pienso decir nada.

Mateo carraspea la garganta pero sigue sin verme.

—Es q-que...¿¡por que duermes sin camisa idiota!?—dice con los hombros tensos.

Con que era eso...

Me rio sin que me escuche y pongo media sonrisa acercándome a él, puedo ver su cuello rojo y la forma en como sostiene el bolso en sus manos. Este chico es un caso que me tiene dando vueltas en el mismo lugar, llego mi momento de cobrarme algo.

 —Acaso... ¿te gusta lo que ves?—musito en tono bajo y con cierta coqueteria.

Yo sé que Mateo no es capaz de ser sincero y menos en estas situaciones, pero me gusta molestar y ver las lindas expresiones que pone cuando está nervioso. Es muy capaz de golpearme, salir del cuarto o llamarme idiota. Se gira con las mejillas rojas y la mirada enojada.

Maldita sea, que lindo se ve.

Me señala acusándome con el dedo.

—Mira idiota, ni en un millón de años me gustaria verte, y no me vengas con tus comentarios. Por lo menos tengo algo de compasion con mis ojos y tápate—dice cada palabra con cierto tick en el ojo y rojo de ira.

Me cruzo de brazos y no aparto la mirada, me inclino a su rostro y veo como se aleja un poco hacia atrás. Se muerde el labio y creo que la valentía que construyó se desmorona.

—Desearías tenerme contigo y creo que los dos lo sabemos—le guiño el ojo y me alejo.

—¡MIRA TU IDIOTA!—me toma del hombro y escondo mi sonrisa.

Me gira bruscamente provocando que choquemos y sin pensarlo sostengo su cintura y él coloca su mano en mi pecho descubierto.

—Repite lo que dijiste—enfatiza con seriedad mirándome a los ojos sin importarle que estemos demasiado cerca.

Notas del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora