Capítulo 8: El orgullo ante todo

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MATEO

Me quiero morir y desaparecer, no se me ocurre nada para redactar en el trabajo de escritura. Estoy en mi bloqueo de escritor y no me gusta para nada, ahora mismo estoy en la playa sentado en la arena y disfrutando de la hermosa vista, las olas del mar y lo azul que es al agua; cuando no tengo inspiración lo primero que hago es venir a mi segundo lugar seguro y que este sea mi compañía especial. Es raro no poder escribir y desde que tengo memoria nunca me había pasado nada parecido, es como si mi cerebro escondiera las palabras.

Te detesto cerebro.

Aunque también creo que mis faltas de palabras tienen que ver mucho por lo que ha pasado estas últimas tres semanas que me tienen tenso y con malas letras. Miro el cuaderno entre mis piernas y lo único que veo son dos migajas que salieron de mi cerebro: amigos y soledad es lo único que he escrito desde que llegué a la playa y me propuse a concentrarme. Y todavía no he podido contestar a solo una simple pregunta.

¿Qué es lo más aprecio?

Viéndolo de un lado es una pregunta muy difícil de responder, si hago una lista las cosas que aprecio las puedo contar con mis dedos, pero lo que más amo no lo tengo claro y es extraño no saber qué amo en realidad. Encontrarlo es complicado. Siento mi celular sonar y es una llamada de Landon.

—Necesito tu ayuda —dice con desespero. Es raro que Landon pida ayuda.

—Por supuesto, ¿Es algo malo? —escucho que suspira.

—No, tranquilo no es algo que debas preocuparte, sin embargo, necesito decírtelo en persona ¿puedes venir a mi casa? —balbucea mucho y sus palabras son algo torpes.

—Claro que puedo pasar por tu casa, voy a hacer lo posible por ayudarte —la llamada se mantiene en silencio un rato y creo que colgó, pero empieza hablar.

—Gracias por ser tu Mateo —su comentario me deja sin habla, pero una sonrisa se posa en mis labios al escucharlo hablar tan dulce.

—En 10 minutos llego.

Landon cuando tiene problemas o se siente mal siempre le gusta estar solo, pero unas veces (no todas) trata de rodearse por mi o Emily, sin embargo, solamente es para acompañarlo ya que él se queda callado todo ese tiempo, hasta que cuando habla no menciona el tema.

Detengo la bicicleta en la casa de Landon y toco la puerta, abren y es el propio Landon con su pelo revuelto y la ropa que usa en el estudio al momento de pintar. Tiene los ojos cansados y ojeras negras debajo de estos, él intenta hablar, pero cierra la boca.

—Llegaste rápido —su voz suena ronca y agotada.

—El tráfico estuvo a mi favor —Landon se aleja de la puerta y se hace a un lado.

—Pasa, te quiero mostrar algo.

Entramos los dos a su casa y veo que su padre no se encuentra.

—Mi padre salió un rato —leyó mi mente al contestar.

—A veces puedes ser brujo —él se echa a reír y me guía al estudio.

Él es muy organizado y cuando entras a su estudio todo está en su lugar, excepto por los pinceles regados en el piso y las pinturas abiertas. Lo que más llama la atención es el cuadro que se encuentra tapado por una manta blanca.

—¿Por qué la manta?

—No está listo y creo que todavía no me siento listo para mostrarlo —me dice recogiendo los pinceles y colocándolos en la mesa.

Sus movimientos son automáticos que me da cosa cuando se pone en ese estado y nunca dice nada de cómo se siente, es un libro difícil de leer. Camino hacia él y hago que se gire y me vea.

Notas del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora