Las reparaciones de la mansión Elfar eran muy pesadas, por eso, Samantha ayudaba a su padre.
Ese sábado, desde muy temprano, se puso a arreglar las tablas del suelo, las puertas de unas habitaciones y barrer el polvo que todavía quedaba entre los rincones.
—Debe haber una forma más fácil de hacer esto—sugirió Samantha.
—Por ahora, sólo lo haremos de esta manera—respondió su padre mientras ajustaba un interruptor.
Su nombre era Patrick Black, desde sus primeros recuerdos, Samantha siempre lo vio ahí, sosteniéndose en ese bastón que le impedía avanzar a paso normal.
Era su padre, quien siempre la cuidaba y la protegía sin importar donde estuvieran, que le explicó más acerca de su naturaleza, lo quería demasiado y por eso le dolía las veces que causaba problemas, aunque él insistiera que no había nada de malo.
Por su condición, el señor Black tuvo que sentarse un momento antes de continuar.
—Tranquilo—le dijo Samantha.
—Lo mejor es que sigamos mañana—indicó.
—No, no, yo puedo terminar esto—prometió ella.
—Lo bueno es que no está lloviendo.
Samantha soltó una sonrisilla que arrugó su nariz.
Escucharon un golpe en la puerta, eso les pareció muy extraño.
—Aquí quédate.
Intrigado, el señor Black se levantó y avanzó por el pasillo, Samantha quería seguirlo, aunque la señal que le hizo con la mano la mantuvo apartada.
El padre de la chica se asomó por la ventana antes de abrir la puerta, otro golpe producido por la aldaba lo hizo reaccionar.
Samantha se ocultó en la esquina del pasillo, esperando que no fuera nada malo.
—Buenas tardes, señor—escuchó la chica.
—¿Se te ofrece algo, muchacho?
—Ah... lamento haber pasado la verja, pero quería saber si está Samantha.
La chica se asomó un poco esperando no ser vista.
Liam nunca pensó sentirse tan nervioso al estar delante de alguien, por lo general, a cualquier sitio al que llegaba era bien recibido—y hasta le daban halagos—, en cambio, en esa ocasión se encontró a un hombre duro y algo intimidante frente a él con el que no supo lidiar.
—Lo que pasa es que... bueno, unos amigos y yo iremos a comer y pensaba en invitarla.
Samantha seguía oculta, recordó la invitación que le hicieron el otro día, pero como no le quiso dar importancia, no lo mencionó. Liam seguía sufriendo con el duro rostro del señor Black.
—Espera un momento.
El chico estuvo afuera, esperando en el porche. Lo bueno es que la lluvia seguía sin hacer acto de presencia.
—No iré—dijo Samantha.
—No te vendría mal tomar un poco de aire—le dijo su padre.
—Hay mucho que hacer todavía.
El señor Black la tomó de la mano.
—Oye, debemos actuar normal y al menos fingir que lo somos—le indicó.
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HECHIZO
ÜbernatürlichesLa lluvia no es muy común en Spring Hill, un bonito pueblo soleado, donde nunca pasa nada extraordinario, hasta que la llegada de Samantha Black, una enigmática chica, junto con su padre, parece estar relacionada con el clima y mantiene a todos intr...