Nadie quería perderse el primer encuentro del equipo de los Osos de Ericksen, su oponente serían los Cuervos de Northside.
Lily y Susan ya se encontraban entre las gradas con el resto del público que alzaba pancartas y gritaba esperando animar a su equipo.
En los vestidores, el entrenador terminaba de revisar las jugadas con cada uno de los muchachos, aunque el que menos parecía estar en ese lugar era Liam.
—¿Entendieron?—preguntó al final.
—¡Si entrenador!—gritaron a una voz.
Liam regresó a su realidad cuando Robin le avisó que tenían que salir a la cancha.
Un estruendoso aplauso por parte de los aficionados recibió a los Osos de Ericksen, que parecían estar más emocionados que de costumbre; con su mirada, Lily localizó a su mejor amigo al otro lado, cerca de la canasta, lanzándose la pelota con otro miembro del equipo.
Vestido con su uniforme azul con negro, corría de un lado al otro tras el balón y lo encestaba de tal forma que cualquiera podría pensar que se trataba de magia.
No pasó mucho para que entraran los rivales, con sus colores verde y amarillo llenando el otro extremo de la cancha; al poco tiempo, ambos equipos se acomodaron, tanto entrenadores como capitanes se dieron la mano y al silbatazo del árbitro, inició el encuentro.
El balón pasó al lado de los Cuervos, así que Liam se apuró a arrebatárselos, lo seguían Robin y otro chico que hicieron una barrera al otro jugador que no tuvo más opción que arrojársela a otro compañero.
Gritos y emociones iban por todos lados, los primeros dos puntos fueron para los Osos, pero los Cuervos no tardaron mucho en rebasarlos; Liam seguía perdido, falló un tiro y en otra ocasión, lanzó la bola y terminó en manos de uno de sus contrincantes.
—Cooper, ¿qué te pasa?—le reclamó el entrenador.
Hasta a él le sorprendió su falta de habilidad ese día, estaba más concentrado en ver entre la audiencia a Samantha que en el juego.
Sus padres también estaban preocupados, en especial, sabiendo que en la parte baja, un hombre con un traje muy elegante observaba muy bien los movimientos de su hijo, interesado en darle una gran oportunidad para su futuro.
Liam siguió dentro de la cancha, consiguió arrebatarle el balón a otro oponente y cruzó todo el terreno del juego esquivando a quien se pusiera en su camino y cuando se acercó a la canasta, falló el tiro que rebotó en el arco.
Lily frunció los puños, experimentando la misma frustración que Liam, el entrenador, el equipo y los aficionados.
En el marcador, los Cuervos iban a la cabeza por ocho puntos.
El juego continuó con sus bueno y malos momentos, los Osos consiguieron levantarse, pero aun así iban perdiendo.
La puerta del gimnasio se abrió, Samantha Black pasó, de nueva cuenta, nadie advirtió su presencia ya que la atención estaba en el reñido partido; nunca antes había estado en un sitio tan ruidoso, no se sentó, permaneció cerca de las gradas mirando a los jugadores.
No era una experta, pero sabía lo suficiente para entender lo que sucedía.
Liam corría rebotando el balón, logró quitarse de encima a dos de los Cuervos, pero otros tres le cerraron el paso.
—¡Por acá!—Robin permanecía al otro lado, totalmente despejado.
A Liam se le hizo fácil arrojar la pelota esperando anotar, pero bloquearon su tiro y eso arruinó su plan.
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HECHIZO
ParanormalLa lluvia no es muy común en Spring Hill, un bonito pueblo soleado, donde nunca pasa nada extraordinario, hasta que la llegada de Samantha Black, una enigmática chica, junto con su padre, parece estar relacionada con el clima y mantiene a todos intr...